Viven bajo una amenaza de muerte constante. Saben que son blanco de grupos criminales, agentes del Estado, empresas con demasiados intereses económicos, pero siguen arriesgando su vida cada día por su fuerte compromiso con la verdad. Cientos de periodistas trabajan en territorio hostil, ya sea porque están en medio de un conflicto armado o porque se han convertido en personajes incómodos para el grupo de poder de turno. En lo que va de año, 36 periodistas han sido asesinados en el mundo, cuatro de ellos esta última semana. La directora general de la Unesco, Irina Bokova, habló ayer de "oleada de asesinatos de periodistas" en relación al asesinato de cuatro profesionales de la información muertos del 5 al 8 de este mes en ataques violentos y directos en Afganistán, Angola e Irak.

El pasado día 5, Sayed Hamid Noori, presentador de informativos de Radio Televisión Afganistán, murió tiroteado en Kabul. Ese mismo día, Alberto Graves Chakussanga fue también tiroteado en su domicilio de Luanda, en Angola. Dos días más tarde, el periodista Riad Al-saray, presentador de programas políticos y religiosos en la cadena Al Iraqiya fue asesinado, al igual que su compañero Safaa al Jayat, tiroteado de camino a su casa en la ciudad iraquí de Mosul. "La defensa del derecho humano fundamental a la libertad de expresión es tanto más importante en países como Afganistán e Irak, donde los conflictos dañan tanto el tejido social como a la nación", señaló Bokova.

Irak, una Hecatombe Esta misma semana, la organización Reporteros Sin Fronteras ha publicado un demoledor informe que hace balance de los periodistas asesinados durante la guerra de Irak: 230 en siete años, "más que en veinte años de guerra en Vietnam o que en la guerra civil de Argelia". Bajo el título Guerra de Irak: Hecatombe para la prensa, RSF señala también que "el país también fue el mercado más grande de rehenes del mundo. Más de 93 profesionales de los medios de comunicación fueron secuestrados durante estos siete años y al menos 42 fueron ejecutados tras su secuestro. Asimismo, se desconoce el paradero de otros 14". La mayoría de las víctimas, el 87%, responde al perfil de periodista iraquí. Y es que el mayor número de informadores asesinados o que viven bajo amenaza trabajan en medios locales y uno de cada cinco estaba investigado un caso de corrupción.

México, punto caliente El mismo caso se da en México, otro de los puntos calientes del planeta en cuanto a la falta de libertad que sufren sus periodistas nacionales. Se calcula que en la última década, 64 trabajadores de la información han muerto en el país azteca y 11 están desaparecidos, según cifras de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). En lo que va de año, otros diez periodistas habrían muerto. Redacciones de periódicos locales del norte han sufrido varios ataques en lo que va de año y varios periodistas han sido secuestrados. Su principal amenaza: el crimen organizado.

En los estados donde los cárteles controlan la vida diaria de los mexicanos, los periodistas se autocensuran para vivir un día más, como en el caso de Ciudad Juárez, la urbe más violenta del país, o más recientemente el estado de Tamaulipas, que sufre una cruenta lucha entre dos grupos criminales. Un ejemplo del control que ejercen los criminales sobre las redacciones de los periódicos locales se dio tras el reciente asesinato del alcalde de la localidad de Hidalgo, Marco Antonio Leal García. Todos los diarios de Ciudad Victoria -capital de Tamaulipas- publicaron esquelas sobre del alcalde, ninguno escribió una sola línea sobre la noticia.

En México, el control de los cárteles sobre los medios de comunicación ha llegado a niveles insospechados. Así, hace un mes, un grupo criminal secuestró a cuatro periodistas de diferentes medios del país para que sus cadenas emitieran mensajes de los criminales. Esta semana, la periodista mexicana Lydia Cacho ha dedicado el Premio Internacional de Periodismo Manuel Leguineche a los periodistas muertos en su país.