Washington. De acuerdo con los investigadores y con los documentos legales, la posibilidad de asesinar a civiles afganos se planteó coincidiendo con la llegada del sargento de personal Calvin Gibbs a la base de operaciones Ramrod, el pasado mes de noviembre. Algunos soldados han declarado al mando del Ejército que dirige la investigación criminal que Gibbs alardeó de lo que había hecho mientras servía en Irak y que afirmó lo fácil que sería "lanzar una granada contra alguien y matarlos". Según las investigaciones, Gibbs, de 25 años, tramó un plan con otro soldado, Jeremy Morlock, de 22 años, y con otros miembros de la unidad para formar un "equipo asesino". Mientras patrullaban durante los meses siguientes, presuntamente mataron al menos a tres civiles afganos. De acuerdo con la hoja de las acusaciones, el primer objetivo fue Gul Mudin, asesinado "mediante el lanzamiento de una granada contra él y los disparos con un rifle", cuando la patrulla entró en la aldea de La Mohamed Kalay el pasado enero.

Morlock y otro soldado, Andrew Holmes, estaban de guardia en el límite de un campo de opio cuando Mudin salió y se detuvo al otro lado de la valla en la que estaban los soldados. Presuntamente, Gibbs entregó a Morlock una granada, éste la armó y la tiró por encima de la valla cerca de los afganos presentes. Holmes, de 19 años, habría comenzado entonces a disparar por encima de la valla. Según informa el diario británico The Guardian, al final de ese día Morlock le señaló a Holmes que el asesinato tenía por objetivo la diversión y le amenazó si se lo decía a alguien.