washington. El Ejército de EEUU se enfrenta a un nuevo escándalo que implica a doce de sus soldados desplegados en Afganistán, algunos de los cuales están acusados de asesinar a civiles afganos y otros de guardarse partes mutiladas de cadáveres.
A la luz de los nuevos documentos divulgados en las últimas horas por el propio Ejército, el portavoz del Pentágono, Geoff Morrell, calificó ayer las acusaciones de "muy graves", aunque destacó que todavía "no están probadas". Los cargos presentados contra los soldados revelan una supuesta trama de conspiración y detalles espeluznantes.
una "anomalía" El portavoz dijo que si las acusaciones son verdaderas, se trata de una "anomalía en términos de la conducta de nuestras fuerzas armadas en el mundo". "No creo que esas acusaciones aquí contra unos pocos individuos sean representativas del comportamiento o las actitudes de la institución en conjunto", manifestó Morrell. A pesar de ello, reconoció que el caso "no ayuda a la imagen de nuestras tropas en el mundo" y, sea cual sea lo finalmente demostrado, "el daño está hecho".
El caso salió a la luz pública en mayo sin una explicación de las circunstancias de las muertes de tres civiles afganos entre 2009 y 2010 en la provincia de Kandahar, al sur de Afganistán, una de las más conflictivas del país y bastión tradicional de los talibanes. A principios de junio, cinco de los soldados acusados ya fueron arrestados y se presentaron cargos contra otros siete en agosto. Sin embargo, hasta ahora todavía no se había dado cuenta de los hechos de manera tan detallada.
Según la nueva información divulgada, el sargento Calvin Gibbs es el militar de más alta graduación acusado de "asesinato premeditado" a tres civiles afganos, cargos que también pesan sobre el soldado especialista Jeremy N. Morlock. Los otros militares acusados de matar, "por diversión" a civiles son Michael S. Wagnon II, Adam C. Winfield y Andrew H. Holmes, a quienes se imputa el cargo de "asesinato premeditado", que en la legislación norteamericana puede ser castigado con la pena de muerte.
Estos cinco militares, junto con otros siete, todos adscritos a la Quinta Brigada de la Segunda División de Infantería, se enfrentan a cargos por 76 delitos, que incluyen conspiración, falso testimonio, asalto o consumo de drogas ilegales, entre otros. Al parecer, seis de los soldados se guardaron partes del cuerpo de cadáveres como un diente, un cráneo o huesos de dedos y piernas. Varios de ellos también tomaron fotografías de los muertos y uno de ellos, identificado como Corey Moore, acuchilló a un cadáver, según informó la CNN.
Los asesinatos se cometieron supuestamente contra civiles de manera aleatoria y en diferentes ocasiones, en una especie de ataques sin objetivo militar con granadas y rifles. Además, ocho de los acusados supuestamente golpearon y amenazaron a un soldado que intentaba informar sobre la mala conducta del grupo implicado en estos asaltos.