Ankara. El asalto de un palestino con problemas mentales a la embajada turca en Tel Aviv ha tensado de nuevo las relaciones entre los dos países, que pasan por uno de su peores momentos tras el sangriento asalto a la Flotilla de la Libertad. Tras el incidente del martes en su legación diplomática, el Gobierno de Ankara pidió ayer a Israel que refuerce la seguridad de su embajada en Tel Aviv. El incidente, que se prolongó durante cinco horas, fue protagonizado por un palestino, Nadim Injaz, de 32 años, que intentó penetrar en el edificio diplomático armado con una pistola -que luego resultó ser falsa- para exigir asilo político.
El palestino que irrumpió en la embajada turca y que aseguraba haber retenido a dos rehenes fue trasladado finalmente a un hospital para ser tratado de una herida leve de bala por un disparo con el que la seguridad de la embajada intentó detenerle. Así, un tribunal de Tel Aviv prolongó ayer la detención de Injaz, quien permanecerá bajo custodia de la Policía israelí hasta que se esclarezca el caso. En la audiencia, el palestino alegó que "no está loco", que "no es ningún estúpido" y dijo que había perdido el contacto con su familia después de que ésta hubiera "salvado a judíos", lo que resultó en su exclusión de la comunidad.
Dirigiéndose al juez, apeló a que si el "estado no quiere hacerse cargo de él", desea que "le permitan continuar su vida en otro país", mientras que su abogada, Avital Horef, pidió que fuera mantenido bajo arresto porque de regresar a su casa "lo matarían en la plaza de la ciudad" por colaboracionismo con Israel. Según la policía israelí, el palestino fue recientemente liberado de prisión tras cumplir condena por atacar la embajada británica en Tel Aviv hace cuatro años. En el suceso del martes, Injaz fue reducido por los guardias de seguridad de la sede diplomática, tras lo cual se supo que no tenía rehenes ni portaba arma de fuego alguna.