Concluyó el curso político en Euskadi y en Álava con la constatación de que este territorio se ha convertido en campo de batalla encarnizada de los tres principales partidos vascos, un enfrentamiento sin cuartel heredado de anteriores legislaturas forales que navega contracorriente en la singladura política de la Comunidad Autónoma Vasca, pero que supone un serio factor de desestabilización para sus tres protagonistas y para las propias instituciones alavesas -envueltas directa o indirectamente las principales de ellas en esta lucha implacable- a menos de un año de las elecciones forales y municipales.
Diputación, Caja Vital, y los conflictos internos del PNV son los principales terrenos en los que se libra esta guerra a tres bandas que nace, no obstante, de anteriores legislaturas. Nunca el dicho de aquellos polvos estos lodos tuvo más sentido. Álava ha mantenido sus gobiernos indemnes al inédito pacto PSE-PP en Euskadi, aun a costa de un serio malestar de los populares y la consiguiente campaña de desgaste contra los socialistas. Una circunstancia que hay que entender en el contexto de las dos legislaturas de hegemonía de Ramón Rabanera en Diputación y Alfonso Alonso en el Ayuntamiento de Vitoria, coincidiendo con los dos gobiernos de José María Aznar.
Esta circunstancia no es baladí, porque a la brecha abierta con el nacionalismo -y concretamente con el PNV- tras el acuerdo de Lizarra y, con total ruptura escenificada en la firma del Pacto Antiterrorista entre socialistas y populares, hay que sumar el posterior enfrentamiento a cara de perro del PP con el PSOE tras el 11-M y la elección de José Luis Rodríguez Zapatero. Un compendio de fenómenos climatológicos que enrarecieron las ya de por sí complejas relaciones de PNV, PSE y PP en Álava y que provocaron, por ejemplo, que PNV-EA perdiera la Diputación en 2003 pese a ser el partido más votado después de que Ferraz forzara al entonces líder de los socialistas alaveses, Javier Rojo, a apoyar la candidatura de Rabanera. Un respaldo impuesto que derivó en una constante inestabilidad institucional en el Gobierno foral y el Ayuntamiento de Vitoria, con prórrogas presupuestarias, dos mociones de censura y una encarnizada campaña pública contra varios supuestos casos de gestión irregular.
Resultado. En las elecciones de 2007 las tornas cambiaron y jeltzales y socialistas fraguaron un equilibrio de poder más o menos estable y sistemático que desbancó a los populares de Diputación, pese a ser la lista más votada, en favor del PNV, elevando a la Alcaldía gasteiztarra a los socialistas y repartiéndose el poder en Caja Vital. Tres años después, aquellas escaramuzas perviven y en su mayoría han aumentado en intensidad entremezclándose con otras nuevas.
caja vital
Bajo la incertidumbre
Los dos fallidos intentos de fusión de las cajas vascas en los últimos años se han entremezclado con el conflicto interno vivido en la entidad alavesa a cuenta de la continuidad de Gregorio Rojo en la presidencia y con el tira y afloja de PP, PSE y PNV. El último capítulo de estas hostilidades se vivió el pasado 29 de julio, fecha de la Asamblea extraordinaria que designó al aspirante socialista, Carlos Zapatero, como presidente de la Caja con el respaldo del PNV tras la sentencia de la Audiencia Provincial que avaló las tesis del PP sobre la irregularidad del último mandato de Rojo, lo que le forzó a dimitir a finales de junio.
El PP convirtió Caja Vital en su pequeño bastión tras ser barrido de Diputación y Ayuntamiento de Vitoria en 2007, haciendo bandera de alavesismo contra la fusión. Su estrategia topó con la decisión de Gregorio Rojo de volver a presentar su candidatura a la presidencia generando una discrepancia de ajuste estatutario que ha acabado con su dimisión en junio tras el segundo fallo judicial en su contra. Pero la guerra no terminará ahí. Si la solicitud de ejecución de sentencia registrada por el PP en los tribunales prospera, la Asamblea que designó a Zapatero podría ser anulada -para dar cabida a los tres consejeros propuestos por los populares-, de manera que la dirección de la entidad volvería a la interinidad recayendo nuevamente la presidencia en funciones en manos del vicepresidente primero, el burukide Iñaki Gerenabarrena. Por no hablar de las consecuencias que podría tener sobre futuros intentos a medio plazo de reavivar la fusión de las cajas vascas.
Este tira y afloja entre socialistas y populares, fundamentalmente, tiene otra derivada más en las propias filas del PSE-EE alavés, con la figura de su secretario general, Txarli Prieto, como uno de los principales protagonistas. Su intervención bloqueó un principio de acuerdo entre la dirección de Rojo y el PP para que éste retirara su denuncia. Un episodio que avivó las ya de por sí maltrechas relaciones con los populares alaveses precisamente cuando ambas formaciones vendían públicamente un intento de reconducir relaciones mediatizados en buena medida por los mandatos de sus respectivas direcciones vascas.
TXARLI PRIETO
En el ojo del huracán
"Antonio Basagoiti empieza a tenerme fascinado.Que un dirigente político tan importante, de un partido político tan importante se fije tanto en mí y me dedique tanto tiempo y tanto titular de prensa, me halaga. Me da una importancia que no creo tener pero en esto no quiero llevarle la contraria". La declaración, cargada de ironía y cierta mala leche, del secretario general de los socialistas alaveses da la medida de la posición neurálgica que el dirigente del PSE-EE ocupa en el torbellino de las relaciones con el PP en el territorio.
Una relación enconada que se inicia mucho antes, prácticamente en el momento en que Prieto tomó el relevo de Javier Rojo cuando éste fue designado presidente del Senado. Txarli Prieto fue uno de los líderes de la dura oposición a Rabanera en la segunda legislatura y personalmente abanderó las negociaciones postelectorales de 2007, plantando cara a Javier de Andrés -candidato más votado aunque las tres principales fuerzas se movieran en un escaso puñado de votos- y cerrándole el paso al sillón foral en defensa de sus propias aspiraciones. Un bizantino proceso postelectoral que, entre tiras y aflojas, acabó tejiendo un delicado equilibrio institucional entre jeltzales y socialistas que tuvo en el PP a su principal damnificado.
Diputación de álava
Ese oscuro objeto de deseo
Aquellas semanas de 2007 son el germen sobre el que ha crecido el principal punto de fricción entre los socios preferentes del acuerdo de bases que encumbró en 2009 a Patxi López a Ajuria Enea. El Gobierno foral ha sobrevivido en manos del PNV en el último año pese a la permanente campaña de acoso y derribo del PP, en primer término amparada en el discurso del cambio que sustenta el acuerdo para el Gobierno Vasco y, en los últimos tiempos -bien es cierto que ya con menos fuerza- bajo la tormenta desencadenada por los supuestos casos de corrupción política en los que se han visto implicados algunos burukides del PNV y, en concreto, el ya ex diputado foral de Administración Local, Alfredo de Miguel.
Un factor que, unido a los movimientos de partidos en la franja abertzale situada a la izquierda, ha contribuido también a desestabilizar internamente al Ejecutivo de Xabier Agirre. Primero fue Aralar el que abandonó el gabinete foral, a consecuencia de los pactos presupuestarios suscritos por el PNV a finales de 2009. EA aguantó entonces el tirón, pero prácticamente se da por hecho -incluso así lo admiten algunos de sus integrantes- que sus notorios y públicos acercamientos a la izquierda abertzale tradicional acabaran fraguando en forma de abandono de la Diputación, a más tardar a final de año.
araba buru batzar
La herida abierta
Si Txarli Prieto es uno de los nombres propios de este escenario, otro de ellos bien puede ser su homólogo jeltzale, Iñaki Gerenabarrena. El Araba Buru Batzar se ha convertido en el último campo de batalla, protagonista involuntario del culebrón del verano. El proceso de designación del candidato a la Alcaldía de Vitoria para las elecciones del año que viene se ha convertido prácticamente en un plebiscito sobre la dirección del partido en Álava -a pesar de que esa renovación no está prevista en la agenda hasta 2012-, a consecuencia de los casos De Miguel y de supuesto espionaje político en los que se han visto implicados algunos burukides y de la gestión que respecto a ellos ha hecho el partido.
La formación jeltzale se ha embarcado en una situación inédita que ha forzado a los dos aspirantes -el oficial Ramiro González y Malentxo Arruabarrena- a retirarse de la carrera de alcaldables, a la espera de que el partido retome el proceso nuevamente después del verano. El reto no es pequeño. El PNV no ha vuelto a ocupar la Alcaldía de Vitoria desde que la dejara José Ángel Cuerda en 1999. Pero ése es casi ya el menor de los problemas del PNV, enfrentado a los disensos internos y envuelto en dos procesos judiciales.