Abrazos, saludos más o menos efusivos, alguna que otra mirada de reojo y, en definitiva, reencuentros. Buena parte de los dos centenares de invitados que asistieron ayer al acto de celebración del aniversario del Parlamento Vasco han pasado en el edificio de la calle Becerro de Bengoa muchas horas, con sus sinsabores y satisfacciones.

No en vano, en poco más de ocho legislaturas la Cámara ha debatido más de 2.600 proposiciones no de ley, defendidas por 428 parlamentarios. El fruto de todo ese trabajo se ha reflejado en 330 leyes bajo las que se rigen a día de hoy los ciudadanos vascos.

Ayer se reencontraron, algunos tras muchos años de ausencia, con los mármoles y moquetas del edificio, y con viejos compañeros que peinan más canas o menos pelo, pero que en general mantienen una buena forma. No en vano, la mayoría sigue en la política activa.

Reencuentros como el de Javier Rojo con José Antonio Maturana, el de Txiki Benegas con Txarli Prieto, cuyo largo aparte invitaba a pensar que hablaban más de las políticas activas de empleo o de la línea Castejón-Vitoria que de tiempos pasados del socialismo vasco, o el de Rafa Larreina, que apenas se acaba de marchar de la Cámara, con Patxi Ormazabal, que hace ya mucho tiempo que dejó la política. También Ramón Rabanera, ahora senador en Madrid, tuvo ocasión de saludar a viejos amigos y enemigos de la política vasca, al igual que Inmaculada Boneta, Miguel Buen, Manuel Huertas, José Luis Lizundia o Julián Orella.

Todos ellos tuvieron ocasión de charlar antes de acceder a un salón de plenos en el que por fin se dio uso a los escaños reservados hace treinta años para los parlamentarios navarros, pues la lista de invitados, en la que se echó de menos al diputado general vizcaíno, José Luis Bilbao, o al eurodiputado Jaime Mayor Oreja, era tan voluminosa como variopinta.

Sí estuvieron los diputados generales alavés y guipuzcoano, Xabier Agirre y Markel Olano; los presidentes de las juntas generales, Juan Antonio Zárate por Álava, Rafaela Romero por Gipuzkoa y Ana Madariaga por Bizkaia; el presidente de Eudel, Jokin Bildarratz; el rector de la UPV, Iñaki Goirizelaia; el presidente in pectore del TSJPV, Juan Luis Ibarra; el Ararteko, Iñigo Lamarca, y su adjunta, Julia Hernández, el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, o el secretario general de EA, Pello Urizar. A estos últimos, aunque la relación entre sus formaciones no vive el mejor momento, les tocó sentarse juntos en el palco de invitados del salón de plenos.

Tampoco han tenido un trato fácil los dos últimos lehendakaris, Patxi López y Juan José Ibarretxe, que ayer se tuvieron que fotografiar juntos, incómodos pero correctos, junto a Carlos Garaikoetxea.

Mención especial merece, y así lo hizo constar la presidenta Quiroga, el trabajo del personal que trabaja en el Parlamento, ése que sigue ahí aunque la Cámara se renueve cada cuatro años, y que ayer tuvo que hacer un esfuerzo extra para atender a tanto invitado. Ellos fueron los encargados de hacer seguir el guión del acto a los presentes.

La propia presidenta hizo un maratón protocolario junto a los miembros de la Mesa, Blanca Roncal, Jesús Loza, Iñigo Iturrate y Mikel Martinez, recibiendo en la puerta grande de la casa, que sólo se abre en ocasiones excepcionales, a todos los asistentes.

No fue hasta concluido el acto oficial y los discursos cuando todo el mundo se pudo relajar. Llegaba la hora del inevitable catering, de la charla distendida, de disfrutar de viejas anécdotas y de brindar por los viejos tiempos.