Rosa Díez siempre ha salido por la puerta de atrás de la política y no quiere repetir la experiencia. Perdió en 1998 la pugna interna en el PSE-EE contra Nicolás Redondo Terreros. Ese mismo año la despojaron de su querida cartera de Comercio, Consumo y Turismo cuando quebró la coalición entre el PNV y los socialistas. Fue humillada por Rodríguez Zapatero en el congreso del PSOE que le aupó a la secretaría general en el 2000. Su partido la relegó al segundo puesto de la lista al Parlamento Europeo de 2004. Tras un público distanciamiento, tres años más tarde dio un portazo sin honores a su partido y se embarcó en un nuevo proyecto político gestado en la marmita de la plataforma ¡Basta ya!, caracterizada por su furibundo antinacionalismo.
Quienes pensaban que su criatura, Unión Progreso y Democracia (UPyD), era flor de un día se vieron sorprendidos por el relativo éxito de la política de Güeñes, quien en sólo dos años ha colado un representante en el Parlamento Vasco, otro en el Europeo y ella misma se ha hecho con un acta de diputada por Madrid. Pero sus ambiciones son hacer crecer el partido y convertirlo en una suerte de bisagra que condicione las políticas del PSOE y el PP. La crisis económica y la baja opinión que tienen los ciudadanos de los partidos políticos han favorecido que la formación de Rosa Díez haya agrandado sus expectativas electorales (4,4% de intención de voto) e incluso que su figura sea la más valorada, por encima del resto de líderes políticos del Estado, según el último barómetro del CIS. Y UPyD ha sabido rentabilizar la situación, vistiendo el parche pirata y abriendo brecha en el casco de los buques trasatlánticos de los dos partidos mayoritarios.
"Las posibilidades del partido de Díez se centran en el fracaso de los demás. La situación crítica de Zapatero y las dudas sobre la alternativa real que supone Rajoy pueden hacer que parte del votante descontento busque la salida en UPyD", explica Alfredo Retortillo, profesor de Ciencia Política en la UPV.
Lo que supone un signo de orgullo para Rosa Díez, la "transversalidad" de UPyD, es lo que saca de quicio a la mayoría de los partidos, incluidos sus antiguos compañeros del PSOE, que declinaron ofrecer su versión sobre la encuesta del CIS.
Contundente, Josu Erkoreka, portavoz del PNV en el Congreso, considera que "ni por su trayectoria ni por la fidelidad que ha demostrado a convicciones o principios, sean los que sean, se parece corresponder con una política que tenga esa valoración". Comparte la idea de que la puntuación que obtiene en las encuestas está relacionada con la crisis económica, "que produce desafección a la clase política y es el caldo de cultivo idóneo donde ella puede destacar". A juicio del diputado del Grupo Vasco, Rosa Díez "quiere transmitir una imagen de frescura, de ruptura con la partitocracia, lo que más rechaza la opinión pública, aunque ha hecho una limpieza estalinista en su partido", que para Erkoreka pesca en el "caladero del nacionalismo español, fundamentalmente de derechas".
Ahí discrepa el senador del PP Ramón Rabanera, para quién el objetivo de UPyD está ahora en las filas del PSOE en Madrid. "La primera mordida la dio en las filas populares de Madrid en las elecciones generales, pero ahora la segunda tajadita se la va a coger a los socialistas, porque esgrime un mensaje casi antisistema". El controvertido viraje de la política vizcaína hacia "posiciones contrarias a las comunidades autónomas", le resulta a Rabanera, "asombroso". "Se opone al Concierto Económico -asegura el político alavés- y lo llamativo es que lo diga una que fue consejera del Gobierno vasco. Nuestro modelo tributario es el fundamento económico del País Vasco. ¿Por qué no dimitió de su cargo entonces?".
"un bluf" En este punto la duda estriba en si UPyD llegará con fuelle al final de las sucesivas carreras electorales. A juicio de Retortillo, lo primero que hay que hacer es leer con detenimiento las encuestas, porque en el barómetro del CIS el 40% de los sondeados no entraban siquiera a valorar su figura política, mientras que en el caso de Zapatero y Rajoy lo hacían el cien por cien de los encuestados. "Siempre lo tiene más difícil al que le valora mucha gente, porque lo hacen los partidarios pero también los que no lo son".
El segundo dato que refuerza la idea de que puede tratarse de "un bluf" es que "el partido de Rosa está basado en Rosa", lo que la ha proyectado a la opinión pública pero también le ha generado continuos seísmos internos, por su gestión "cesarista", como afirman los detractores. Desde la deserción de uno de los ideólogos, Mikel Buesa, hasta la huida de la mitad de los afiliados catalanes, pasando esta misma semana por la suspensión de militancia de Valia Merino, rival de Díez en el último congreso del partido. Ese personalismo, explica Retortillo, impedirá que UPyD pueda "rentabilizar" el descontento en las próximas elecciones municipales si para la alcaldía de Madrid, su caladero natural de votos, no se presenta ella en persona, al igual que en el resto de 8.000 municipios españoles. A eso hay que sumar que la ley electoral no favorece a los partidos minoritarios. "No creo que vaya más allá de tener dos o tres diputados y de convertirse en la mosca cojonera del Congreso, aunque eso, políticamente, no mueve molino", sentencia Retortillo.
Erkoreka comparte la idea de que "fuera de Rosa, UPyD tiene recorrido nulo", mientras que a Rabanera no le "preocupa" los resultados electorales de la formación magenta. "El voto útil se impondrá y la gente decidirá entre Rajoy y Zapatero, entre el PP y el PSOE".
Ocurra lo que ocurra con su criatura política, lo cierto es que da la sensación de que, en el caso de que este barco naufrague, Rosa Díez se embarcará en un bote salvavidas y volverá a reinventarse en política.