La magistrada Ángela Murillo, durante uno de los juicios que ha presidido esta extremeña en la Audiencia Nacional. Foto: Efe

Las "perlas" de una nueva estrella

DECÍA en una entrevista publicada en febrero de 2008: "Nunca sería una juez estrella. No he salido en ningún medio de comunicación, porque el cumplimiento de mi deber termina ahí y a por otra cosa, para eso me pagan". Dos años después, la magistrada Ángela Murillo acapara portadas, es diana de tertulianos y hasta incluso tiene un club de fans en Facebook.

Murillo ha saltado al estrellato en apenas tres días, los mismos que ha durado el juicio contra Arnaldo Otegi, en el que el dirigente de la izquierda abertzale oficial se ha enfrentado a la acusación de enaltecimiento del terrorismo. Esta extremeña de Almendralejo ha dejado perlas en forma de frases que a más de uno de sus compañeros de carrera han sacado los colores. Cuando la abogada de Otegi, Jone Goirizelaia, solicitó permiso para que su defendido, en huelga de hambre, bebiera un vaso de agua, la respuesta de Murillo fue: "Por mí como si quiere beber vino". Tras la proyección del vídeo del homenaje a José Mari Sagardui Gatza, en el que Otegi interviene en euskera, la ilustrada magistrada soltó otra de las frases antológicas que perdurarán en la memoria: "La sala no ha entendido ni papa". Más tarde, la defensa solicitó tiempo para encontrar un traductor de euskera que fuera fiable, Ángela Murillo contestó con un: "Hombre, si fuera El Quijote, pero para un trocito...".

"expresiones castizas" Tres frases que han encandilado a los más fieles seguidores de esta magistrada a la que califican como campechana, pero que para otros muchos han supuesto colocar a la Justicia, esa señora que causa tanto respeto como miedo en muchos casos, a la altura de cualquier tertulia de bar. Emilio Olabarria, portavoz del PNV en la comisión de Interior y Justicia en el Congreso, señala que "normalmente el lenguaje de los jueces y magistrados es respetuoso y técnicamente riguroso". Para el diputado jeltzale, las frases de Murillo "son expresiones castizas o que no forman parte de lo que corresponde a una convención asumida en el hecho de juzgar".

Asociaciones judiciales de diferente signo también han criticado el lenguaje utilizado por su compañera. Antonio García, portavoz de la Asociación Profesional de la Magistratura, aunque destaca la profesionalidad de Murillo, asegura que las frases son "desafortunadas, ya que un juicio debe tener mucho de cultural". Miguel Ángel Gimeno, portavoz de Jueces para la Democracia, dice que "los magistrados tenemos que guardar unas formas, incluso cuando estemos delante de personas con las que no compartimos absolutamente nada".

Ángela Murillo está considerada como una pionera en el mundo judicial, en el que ingresó en 1980, cuando contaba con 27 años. Su primer destino fue Lora del Río, localidad sevillana en la que actuó como juez de instrucción. En 1986 logró plaza en la Audiencia de Madrid y en 1993 se convirtió en la primera jueza que ingresó en la Audiencia Nacional. En abril de 2008 el Consejo General del Poder Judicial la nombró presidenta de la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal, lo que la convirtió en la primera mujer en acceder a un cargo de este calibre.

Aunque ha sido esta semana cuando su figura ha emergido con fuerza, en los 17 años que Ángela Murillo lleva en la Audiencia Nacional ha intervenido en juicios importantes como el conocido como Caso Nécora, el del clan de los Charlines o la vista contra la célula de Al Qaeda en el Estado español.

Murillo formó junto a los jueces Nicolás Póveda y Luis Martínez de Salina el tribunal que juzgó el 18/98. A lo largo de los 16 meses que duró la vista, Murillo tuvo tiempo, entre otras cosas, de asegurar que no le importaba lo que dijera el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo sobre el derecho de los acusados de expresarse como quisieran. En enero de 2009, en un juicio contra un asturiano acusado de estragos, tuvo un rifirrafe con el procesado cuando éste aludió al derecho a hablar en bable, a lo que contestó: "No tiene derecho a hablar en lo que le dé la gana. Yo podría hacerlo en castúo (dialecto extremeño), pero no me entendería nadie".

El filósofo griego Sócrates aseveró: "Cuatro características corresponden a un juez: Escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente". Las dos primeras no parecen estar en el ideario de la jueza Ángela Murillo.

Un club de fans que se amplía día a día

Como si de un artista del celuloide se tratara, la jueza Ángela Murillo tiene ya su propio club de fans, que se han asociado en la red social Facebook. El grupo colgó en la página el vídeo en el que la magistrado responde con la frase: "Por mí como si quiere beber vino", ante la petición de Jone Goirizelaia de que Arnaldo Otegi pudiera beber un vaso de agua. En el escrito, los seguidores de la jueza extremeña aseguran: "Con un par de ovarios, olé y olé por Ángela Murillo". A una magistrada que asegura que rehuye de la condición de juez estrella, "ya que es la propia prensa la que constituye este tipo de jueces", poco favor le hacen estos acérrimos seguidores que desean que tome el relevo de Baltasar Garzón, otrora el juez más mediático de la Audiencia Nacional, y ahora inmerso en varias causas procesales. Para muchos, la magistrada Ángela Murillo es como el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, dispuesto tanto a acudir en taxi y con latas de anchoas a La Moncloa, como a la bahía de La Concha disfrazado de un seguidor más de cualquiera de las tripulaciones cántabras. Dos auténticos campechanos.

Asociaciones de jueces han calificado de "desafortunadas" sus frases en el proceso

Murillo fue la primera jueza de la AN y la primera en presidir una Sala de lo Penal