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Millones de ovejas negras
Quiero ganarme la vida. No quiero depender de un hombre". Esta afirmación de Hitomi Morasae es una declaración de guerra en la sociedad tradicional nipona, donde la mayoría de las mujeres está confinada a los fogones. No importa que tengan estudios superiores, incluso un doctorado, porque, una vez casadas, las japonesas se deben a sus maridos y a sus hijos. O así era hasta ahora. Morasae, como millones de jóvenes, lanza un órdago a la familia, la sociedad, y el Gobierno. "Estamos hartos de vivir sin libertad individual, y la mayoría no queremos suicidarnos como medida de protesta. Simplemente, deseamos vivir libres y desarrollarnos como personas, no como engranajes del Estado".
Morasae no se muerde la lengua y es incluso más contundente en sus canciones, que atraen a cientos de jóvenes que pasean por Shinjuku, uno de los barrios más cool de la capital de Japón, Tokio. Sin embargo, a la policía no le hacen gracia sus espectáculos callejeros, y sus padres ya han tenido que pagar alguna que otra fianza para sacarla de la comisaría. "Lo alternativo les asusta. Los japoneses buscan la seguridad de una vida claramente definida como la devoción al trabajo y a la familia. Hasta ahora, no había nada más, y todavía hoy gritar alegatos en contra nos crea problemas".
Morasae lidera el grupo Minx Zone, y no pretende hacerse millonaria con su trabajo, aunque ya ha vendido más de 8.000 discos en la calle y las descargas en su página web se cuentan por centenares de miles. Quiere concienciar a la juventud japonesa de que hay alternativas. "Abogamos por el feminismo, la libertad de pensamiento y el fin de la endogamia que corroe nuestra sociedad. Dentro de poco nos moriremos de viejos todos porque no hemos dejado que entren inmigrantes. Pero, eso sí, moriremos satisfechos porque Japón no está contaminado de negros, filipinos, chinos y tailandeses. Pues yo no".
Morasae vierte su rebeldía en letras que provocan airadas protestas de hombres y mujeres, incluso de adolescentes. Se nota en la mirada de repugnancia que le dedican algunos de los que pasan al lado del grupo, que se desgañita en medio de una plaza. "Me gritan sinvergüenza, simplemente porque les digo a las mujeres que hagan el amor cuando les apetezca, y no cuando las obliguen, aunque sean sus maridos. Pero muchos me dan su apoyo y reconocen que les hemos hecho pensar".
Extravagancias Para los integrantes de Minx Zone, los suicidios en masa y el enclaustramiento voluntario de cientos de jóvenes es la prueba de que la sociedad nipona está "podrida" y de que "no tardaremos en ver cambios importantes". Mucho más allá de las vestimentas extravagantes que pueden verse en las grandes ciudades, y que suponen el contrapunto al traje y corbata que domina el paisanaje de Japón. "Somos el país más retrógrado del primer mundo, y uno de los más hipócritas", añade el batería. "Detrás de nuestra rígida máscara se esconde un mundo de excesos".
No hay más que echar un vistazo a los cómics manga que llenan las estanterías de las librerías, y a las películas de más éxito, para hacerse una idea de qué se esconde detrás del formalismo nipón. Violencia, sadismo, violaciones. "Tratamos de hacer ver a los japoneses la idiosincrasia de nuestro país, y nos llaman ovejas negras por ello. Pero ya somos millones, y vamos a ir cambiando la sociedad, aunque nos cueste décadas".
Da igual que algunas japonesas tengan un doctorado: la mayoría se ven abocadas a cuidar de su familia
En busca del equilibrio imposible
TOKIO. Ningún otro país refleja mejor los avances tecnológicos como Japón. La segunda potencia económica del mundo es vanguardista en cualquiera de los sectores que uno pueda imaginar: arquitectura, tecnología, energías renovables, robótica. El archipiélago ha sabido reinventarse siempre que ha sido necesario. Fue una colonia invasora y ultranacionalista que provocó la peor guerra de la historia reciente en Asia.
Sin embargo, una vez derrotada en la Segunda Guerra Mundial, no sin haber tenido que echar mano de dos bombas nucleares, Japón renació de sus cenizas para protagonizar el mayor boom económico del siglo XX.
Y, una vez más, cuando le comenzaron a comer la tostada Taiwán primero y China después, supo ingeniárselas para convertirse en referencia de la excelencia empresarial y en uno de los centros más pujantes de I+D. Ahora, el país está sumido en una profunda crisis que ha disparado el nivel de paro (a una cuarta parte del que sufre España), y muchos valores se tambalean. Pero pocos dudan de que volverá a sorprender en el futuro.
Tradición No obstante, en lo social el país del Sol Naciente ha preferido mantener la tradición. Y en pocos países la mujer sufre tanto. A pesar de contar con una preparación igual, o incluso superior, al del hombre, su rol está claro: el objetivo ha de ser convertirse en madre y servir a la familia.
Afortunadamente, un importante sector de la juventud urbana comienza a rebelarse. La mujer busca el lugar que le pertenece, y se niega a obedecer los dictados de sus progenitores. "Por eso cada vez nos casamos más tarde", reconoce Misa Takeuchi, una joven tokiota de 26 años que acaba de darles un simbólico bofetón a sus padres. "Me he negado a concertar citas con los pretendientes que ellos me proponen. Quiero escoger en libertad y disfrutar de una vida profesional como la de cualquier hombre". Actualmente, eso es en Japón lo más cerca que uno puede estar de la revolución. "Y la ganaremos", apostilla convencida Takeuchi.
Hitomi Morasae se rebela ante el retrógrado papel adjudicado a la mujer en Japón.
Japón
Capital: Tokio
Superficie: 377.915 km2
Población: 127 millones
Edad media: 44,2 años
Esperanza de vida: 82,1 años
Residentes urbanos: 66%
Alfabetización: 99%
Renta per cápita: 22.700 euros
Población en la pobreza: 0%