vitoria. La entrevista se realiza de forma previa a un debate presupuestario de cuyo resultado Mikel Arana, al igual que la sociedad vasca, conoce el resultado. Una "muestra más" de la atípica alianza PSE-PP que el parlamentario progresista teme porque pasará de los "símbolos" del cambio a gestionar a través de la Cuentas pactadas la política social y económica vasca.

En la marea del suspenso generalizado que se llevan los políticos en en el último Euskobarómetro, usted figura como el segundo candidato mejor valorado. ¿Satisfecho?

Un punto de satisfacción, pequeño en realidad, porque todos los políticos suspendemos. Me preocupa la distancia que hay entre la clase política y la ciudadanía. Existe un desprestigio generalizado entre la ciudadanía. Habrá gente que no nos tendrá el más mínimo aprecio, pero creo que gran parte también es, por un lado, por el desconocimiento y, por otro, porque muchas veces nuestra presencia en los medios de comunicación suele ser para tirarnos los trastos. Estamos dando una imagen bastante negativa.

Ha debutado esta legislatura con la difícil tarea de afrontar el trabajo en solitario. Con el bagaje de estos siete primeros meses, ¿cuál es su balance?

Supone mucho trabajo, intentar llegar a todo es muy complicado. Muchas veces tenemos que funcionar sin poder entrar tan en detalle como nos gustaría en algunas funciones. Desde el punto de vista política, creo que no está siendo un buen inicio de legislatura. PSE y PP han decidido que quieren darle la vuelta a los consensos que se han generado durante muchos años en este país y para eso no les importa pasar, no ya por la aritmética parlamentaria, que ésa es la que es y les da una legitimidad que nunca hemos puesto en duda, pero sí se está intentando cambiar extremos que formaban parte de prácticamente toda la ciudadanía. ¿Por qué? Porque supongo que es lo único que mantiene vivo el acuerdo de PP y PSE. Está claro que en política social o en el ámbito del euskera no se ponen de acuerdo, por lo que recurren al elemento del símbolo: acudir al desfile de las Fuerzas Armadas, donde se sienten cómodos; celebrar el Estatuto de Autonomía a pesar de su incumplimiento, ahí también están cómodos; hacer unos discursos en torno a las víctimas del terrorismo saltándose a la torera los consensos generados con la Ley de Víctimas... Es lo único que les une. Por lo que poco balance positivo se puede hacer. El último ejemplo ha sido la retransmisión del discurso del Rey por ETB2, un empeño exclusivamente del PP. Van mucho a lo simbólico y se olvidan de los problemas reales de la sociedad vasca.

¿Es éste el principal detonante para que la mayoría de la ciudadanía no confíe en el Gobierno Vasco?

Creo que sí. Se están poniendo encima de la mesa debates que no interesan a la ciudadanía. Si el 25 de octubre es fiesta o no es fiesta en el calendario laboral no es un debate que la ciudadanía vive con ansiedad y, sin embargo, se genera crispación. Difícilmente se puede confiar en unas instituciones que están dando la espalda a problemas reales como el paro, los cierres de negocio o la crisis económica, cuando lo único que se plantean son debates en el ámbito identitario.

¿Las elecciones de 2011 serán la fecha de caducidad de este pacto?

Siempre he estado convencido de que el pacto durará toda la legislatura, porque no se articula sobre la base de políticas sociales, culturales o económicas. No hay programa de gobierno, hay elementos identitarios. Es un pacto que se asienta exclusivamente sobre la necesidad de construir un modelo de Euskadi diferente, un modelo que ellos comparten pero que la mayoría de la sociedad vasca no comparte. Y no estoy hablando de mayores o menores grados de nacionalismo. Los últimos ocho años de gobierno tripartito había una sintonía con respecto a las preocupaciones ciudadanas y a cuáles eran los debates que se trataban. Ahora ya no hay tal sintonía.

¿Se puede mantener el pacto parlamentario sin ampliarlo a la política municipal y foral?

Dependerá exclusivamente de lo que les digan las encuestas, porque el Partido Socialista es muy amigo de gobernar a golpe de encuestas. Dependiendo de las encuestas y de las necesidades aritméticas de PSE, PP y PNV las elecciones municipales y forales puedan dar auténticos cambios a las instituciones actuales o no. Ajuria Enea es un pacto que tienen cerrado para cuatro años independientemente de lo que ocurra en las demás instituciones, como se vio con la negativa del PSE a secundar la moción de censura en Álava. El acuerdo no tiene que ver con la política en mayúsculas, tiene que ver con una visión de país. Parte del PSE y el PP tiene la misma visión de país, en la que Euskadi no deja de ser una comunidad autónoma igual que las 17 que hay en el Estado español.

La unión de la izquierda y la derecha en el Gobierno Vasco no es nueva. EB ya demostró que esta sintonía es posible cuando se sumó al Ejecutivo liderado por Ibarretxe.

La diferencia es muy clara. Nosotros teníamos un programa de gobierno con unos ámbitos de gestión diferenciados. Para cualquier unión de este tipo hay que tener un programa de gobierno y hay que tener determinadas cuestiones pactadas como diferencias insalvables. Ahora eso no existe. Son dos modelos de acuerdos de gobierno de coalición que tienen muy poco que ver. PSE y PP no están de acuerdo en la política social, como no están de acuerdo en la económica. Cada vez que surge un debate de ese tipo en el Pleno, el PP dice que no es el modelo que más le hubiera gustado traer a la Cámara y, a partir de ahí, arremete contra Zapatero. De la misma manera, cuando el PP lleva la propuesta, el PSE acaba aprobándola pero sin saber cómo defenderla.

Usted equipara este acuerdo con el que su partido suscribió con PNV y EA, pero el Gobierno Vasco actual es monocolor.

Pero es como si el PP formara parte de él. No tienen personas sentadas en el Consejo de Gobierno los martes a la mañana, pero dirigen parte de las políticas de ese Consejo de Gobierno. La apuesta del PP ha sido inteligente, ellos dirigen la política del Gobierno Vasco como si formaran parte de él, pero sin tener que soportar el desgaste que genera la gestión. Pero tengo claro que la ley más importante del año es la Ley de Presupuestos y se ha negociado con el PP desde la primera partida hasta la última. Esos Presupuestos son los que van a regir la política económica y social, no la de símbolos.

Estos dos partidos achacan al PNV que no ha sabido culminar el paso del Gobierno a la oposición. ¿Cómo ha afrontado este periplo Ezker Batua?

No nos ha supuesto ningún trauma. Cuando entramos en el Gobierno teníamos muy claro que iba a ser una cosa temporal, no es el mismo caso de un partido como el PNV que llevaba gobernando desde que se constituyó el Gobierno Vasco. Sabíamos que volveríamos a la oposición y en muchas cuestiones de manera mucho más cómoda, porque desde el ámbito del Gobierno muchas veces no se pueden proponer debates propios con la misma firmeza que desde la oposición.

¿Achaca la escisión de EB a su participación en el Gobierno Vasco?

No suelo hacer política adivinatoria, porque nunca se sabe. Nosotros no hablamos de escisión porque ni cuantitativa ni cualitativamente tiene entidad de escisión. Son unos compañeros que han decidido abandonar la disciplina de EB y algunos quedarse con los cargos públicos. No sé cuál ha sido su proceso de reflexión y por qué han llegado al punto al que han llegado. No lo sé y no quiero entrar a hacer adivinanzas, porque entrar en la cabeza de los demás siempre es un problema.