vitoria. En la negociación de los Presupuestos ha logrado que se admitan enmiendas de su grupo por 1,5 millones de euros. ¿Satisfecho?
Nuestra intención, teniendo en cuenta que tenemos un solo parlamentario, era mejorar los Presupuestos lo más posible. No son nuestros Presupuestos, los han hecho los socialistas con la ayuda del PP, pero al final han entrado modificaciones nuestras por un millón y medio de euros, que no es demasiado pero quizá haya sido lo proporcional teniendo en cuenta nuestra representación. Así que sí, satisfechos. La legislatura acaba de comenzar y ya habrá tiempo de introducir más aportaciones.
Ya han pasado unos 7 meses desde que entró en el Parlamento. ¿En qué ha cambiado su vida?
En muchas cosas. Ahora hago lo que me gusta. Estar en el Parlamento me permite defender aquellas ideas en las que creo de la manera más libre posible, porque como no estamos en el gobierno somos de los pocos que podemos plantear las cosas como las pensamos, y eso es especialmente satisfactorio, a pesar de las limitaciones que este trabajo impone.
¿Qué es lo que más le ha sorprendido de la política institucional, de las relaciones entre los parlamentarios?
A pesar de que es cierto que entre todos los parlamentarios hay buen rollo, sean del partido que sean, también lo es que en algún momento he visto cierta teatralización de determinadas posturas defendidas por cada uno de los partidos, que defienden una postura inicial y no son capaces de pensar que es posible que al final del debate tenga razón el adversario político. Como yo soy un poco ingenuo, pensaba que esto podía ser posible, pero he visto que la disciplina de partido no deja margen individual a los parlamentarios. Debería haber más debate en el Parlamento, abierto y sincero, y todos deberíamos ser capaces de cambiar determinadas opiniones a lo largo de un debate. Al final la gente vota en bloque lo que ordena el jefe del partido, y es una pena.
Usted llegó sabiendo que era incómodo para los nacionalistas pero también para PP y PSE, sobre todo ante las urnas. ¿Sigue siéndolo?
Yo creo que sí. Soy incómodo porque marco de cerca al nuevo Ejecutivo y además porque digo cosas que no se han dicho en la Cámara, o que se han dicho con la boca pequeña.
¿Como cuales?
Pues como que hay que buscar un equilibrio entre el euskera y el castellano. Hay que garantizar que no existan leyes que limiten el libre ejercicio de cada una de las lenguas. Lo normal es que en unas localidades se hable más euskera y en otras más castellano. Y esto no es ninguna anormalidad que haya que corregir.
Y al lehendakari, que también se estrena esta legislatura ¿qué tal le ve?
No ha pasado suficiente tiempo como para analizar a fondo su labor, pero sí creo que ha habido un cambio de discurso, que se dicen cosas que antes no se decían. Además, la política antiterrorista se está aplicando como nosotros queríamos que se aplicara y se da la sensación en España de que el lehendakari no va a Madrid sólo a quejarse o a platear determinadas reivindicaciones.
En una entrevista poco antes de las elecciones confesaba que consideraba a los candidatos de PSE y PP productos de marketing. ¿Sigue teniendo la misma opinión?
No. Ahora que los conozco más creo que Antonio Basagoiti es un buen tipo, una persona cercana y sensata, muy normal, y que el lehendakari también es una persona, distinta de Basagoiti, pero también cercana. Yo lo que decía es que el PSE había hecho una campaña buscando el voto nacionalista y por eso planteó cosas como reformar el Estatuto de Gernika que luego han quedado en nada. Yo le pregunté a López por esa propuesta y él respondió que convocaría a todos los partidos para hablar del tema, pero aún nadie tiene noticia. Y por cosas como ésas hablaba de los productos de marketing.
¿En qué hubiera cambiado el Gobierno Vasco si Patxi López hubiera necesitado aquél escaño suyo que estuvo a punto de ser el fiel de la balanza?
Pues no lo sé, no sé lo que hubiera ocurrido, o incluso si los socialistas hubieran estado dispuestos a pactar con el PP y con nosotros, o hubieran preferido pactar con el PNV. Nosotros hubiéramos planteado cambios en la política lingüística, en el ámbito educativo, la disolución de los ayuntamientos de ANV, una modificación estatutaria para devolver determinadas competencias al Estado,... Hubieran cambiado muchas cosas, pero sólo si el PSE hubiera accedido a negociar estas materias con nosotros.
¿Cree que existe un conflicto político en el País Vasco?
Como en todas partes, en el País Vasco existen muchos conflictos políticos. Los hay relacionados con el blindaje del Concierto económico, que nosotros rechazamos, relacionados con la política lingüística, con las ayudas sociales,... Y luego hay otro según el cuál hay determinados partidos políticos que quieren la independencia y otros que no. Pero hay muchos conflictos, y todos se solucionan debatiendo en el Parlamento Vasco, que es donde reside la soberanía popular.
Sin embargo, cuando en ese parlamento se aprueban cosas como reformar el Estatuto o convocar una consulta, y luego se rechazan en el Congreso, ¿no entiende que se alimenta un conflicto político especial?
Yo creo que en el caso del Plan Ibarretxe lo que hubo fue un intento de modificar la Constitución española y por eso no se tramitó correctamente. Es en los parlamentos donde se resuelven los problemas, pero en el ámbito de sus competencias. El futuro de los ciudadanos vascos tienen que decidirlo el conjunto de los ciudadanos españoles. Otra cosa es que los correspondientes parlamentos autonómicos, en el ámbito de sus competencias, puedan realizar o proponer los cambios legislativos que correspondan, pero eso no quiere decir que lo que los vascos exijan vaya a ser aprobado por el conjunto de los ciudadanos españoles, porque eso sería contrario a la igualdad.
¿Sería democrático organizar una votación en la que la ciudadanía vasca decidiera si quiere seguir sujeta a esa voluntad conjunta de los ciudadanos españoles?
No. El derecho de autodeterminación no está reconocido más que para los procesos de descolonización, pero el derecho de autodeterminación de una parte de determinados ciudadanos ante otros ciudadanos de ese mismo Estado no está reconocido en ninguna parte. Esto es como si las 100.000 personas más ricas de España quisieran independizarse del resto. Sería igual de antidemocrático y atacaría la igualdad. Estos planteamientos nacionalistas no son más que neoliberalismo insolidario que fractura los Estados y que imposibilita la construcción de una Europa política sin fronteras. Por lo tanto, no hay derecho a la autodeterminación y no sé tampoco si existe pueblo vasco o no. Yo creo en los ciudadanos vascos, con todas sus identidades representadas en el Parlamento Vasco y en el Congreso de los Diputados.