Pekín. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, admitió ayer por primera vez que no logrará clausurar el penal de Guantánamo en enero, como había prometido, aunque insistió en que sí lo conseguirá a lo largo del año. La orden de cierre en doce meses de esa penitenciaría fue una de sus primeras acciones como presidente, pero la resistencia del Congreso a aceptar a detenidos en territorio estadounidense y de otros países a acogerlos ha hecho que hasta ahora hayan salido de la base naval sólo una veintena de presos.

"Estamos inmersos en una trayectoria y un proceso en el que yo anticipo que Guantánamo será cerrado el próximo año", dijo Obama en una entrevista a Fox News realizada en Pekín. "No voy a marcar una fecha exacta porque mucho depende de la cooperación del Congreso", añadió.

La Casa Blanca había dado señales ya de que no lograría cumplir la meta establecida para la clausura de Guantánamo, donde permanecen unos 215 detenidos, pero ésta es la primera vez que el presidente lo reconoce. "La gente tiene miedo, y es comprensible, después de un montón de años en los que les dijeron que Guantánamo era clave para mantener a los terroristas fuera de Estados Unidos", dijo Obama.

Su predecesor, George W. Bush, abrió el penal en enero de 2002, para recluir de forma indefinida y sin derechos a sospechosos de pertenecer a Al Qaeda o a los talibanes. Al contrario que Bush, Obama ha ordenado el traslado de detenidos de Guantánamo a territorio estadounidense para su enjuiciamiento. Seis serán procesados en tribunales civiles y otros cinco en cortes militares especiales. El gobierno estudia actualmente la posibilidad de habilitar una prisión civil o militar en Estados Unidos para acoger a los prisioneros que no pueda repatriar a terceros países.

juicios Precisamente, el fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, defendió ayer su decisión de juzgar en una corte civil a cinco hombres acusados de participar en los atentados del 11S, incluido su presunto artífice, Jalid Sheij Mohamed. Comentaristas conservadores han criticado la medida con el argumento de que Mohamed y sus supuestos cómplices convertirán el juicio en un instrumento de propaganda de Al Qaeda.

Holder intentó refutar esa posición en una comparecencia ante el Comité Judicial del Senado. "No tengo miedo de lo que (Mohamed) tenga que decir en el juicio y nadie más tendría que tenerlo", señaló el fiscal general de EEUU.

En cambio, Jeff Sessions, el republicano de mayor rango del Comité, consideró la decisión de Holder de "peligrosa" y afirmó que tratar a Mohamed como un delincuente común indica que "luchar contra el terrorismo mundial no es la prioridad que era anteriormente". Por su parte, el presidente del Comité, el demócrata Patrick Leahy, apoyó a la Administración. "Ellos cometieron asesinato aquí en Estados Unidos y haremos justicia aquí en Estados Unidos", remarcó.

Holder dijo que los cinco acusados podrían haber sido enjuiciados en tribunales militares, pero tras estudiar el asunto concluyó que "el foro donde es más probable que se haga justicia para el pueblo estadounidense es la corte federal". Los detenidos se encuentran actualmente en Guantánamo y serán trasladados a Nueva York. Holder afirmó que el sistema judicial federal ha probado que puede procesar "con seguridad" a terroristas y prueba de ello es que 300 condenados por ese delito cumplen su pena en Estados Unidos.