la sexta jornada llegó por fin la vencida. El Alavés está muy vivo y ese es un motivo para enorgullecerse y ver otra vez el vaso medio lleno en un curso que amenazaba ruina. La depresión se había apoderado del personal y más de uno divisaba ya en el horizonte el pozo negro de la Segunda, pero la sobresaliente victoria ante el Atlético ha sido un chute de energía que devuelve la fe sobre la plantilla, el cuerpo técnico y, en líneas generales, el proyecto. La actitud del grupo fue irreprochable, la comunión equipo-grada rememoró a la de las grandes épocas del club, la solidaridad defensiva y el despliegue físico fueron igualmente elogiables... Ahora tampoco conviene echar las campanas al vuelo, aunque todos deberíamos dar un voto de confianza a un equipo que, por lo visto ayer, tiene argumentos suficientes para mantenerse en la élite y no es tan malo como muchos lo pintaban. Aprecié un Laguardia imperial, otros integrantes de la vieja guardia rejuvenecieron varios años, fichajes que estaban bajo sospecha me cautivaron -creo que Loum debe ser un fijo en el once simplemente por todo el campo que abarca-, Calleja acertó con el planteamiento inicial y también con los cambios... A quien todavía veo con la cabeza en otra parte es tristemente Joselu.