a semana de la esperada, temida y odiada vuelta al colegio termina hoy. El lunes regresarán de nuevo los estudiantes a sus aulas para comenzar ya en serio el curso lectivo 2021-22, después del amago de las rutinarias jornadas de presentación. Con la quinta ola de la pandemia batiéndose en retirada, se ahuyentan los temores a confinamientos de alumnos o cierre de aulas y emerge el verdadero reto de los centros: educar a sus alumnos. Es ahí donde surgen las dificultades para poder conjugar en todas sus letras el verbo. El primero y más importante es el económico y por esa costura el sistema educativo estatal empieza a enseñar sus debilidades con respecto a sus vecinos. Los datos de gasto nacional están por debajo de países como Portugal o Irlanda y son peores que las respectivas medias de la Unión Europea y la OCDE. En 2019 se destinó un 4,27 % del Producto Interior Bruto (PIB) a la Educación, cuando hace once años esa cantidad era del 5 % y habrá que esperar al año 2025 para volver de nuevo a ese porcentaje. Plasmado en números son 9.000 millones de euros menos y eso tiene una clara repercusión sobre el nivel educativo que van a percibir los ahora estudiantes, en su camino a ser las generaciones que tomen las riendas en el futuro más inmediato. La ecuación es clara: invertir para educar.