i la memoria no me falla, era Gabinete Caligari el que cantaba aquello de bares, qué lugares. Y es que son puntos de encuentro y de reunión para amigos y familias que en estos momentos se ven abocados a la distancia física y social. Sin embargo, estos pequeños santuarios tampoco están exentos de situaciones que podrían catalogarse de, cuanto menos, rocambolescas. El otro día me contaba una buena amiga que siempre que va con su pareja a algún bar, cafetería o restaurante y piden un vaso de agua y una cerveza o un vino, el camarero o camarera en cuestión siempre asocia, inherentemente, que el agua es para ella y la copa o la caña para su chico. En ocasiones, y no bastando con eso, algunos añaden la puntilla de "el agua para la señora, ¿no?". Mi amiga sumaba a aquella experiencia otra similar, si bien más sutil; porque tampoco los cafés se libran de esta asociación. Cuando en una cafetería ella pide un americano, y su pareja en cambio un con leche, el primero va a parar a las manos de su chico y el segundo a las de ella. Cualquiera le restaría importancia a esto, pensando que se trata de un simple error, pero ella me aseguraba que esto le pasa "muchas veces", en diferentes sitios y con distintos camareros. Ahora, seamos sinceros. ¿Quién no ha sido alguna vez esa amiga?