La burda manipulación y la mentira como armas políticas siguen siendo utilizadas en Nafarroa por la derecha política y mediática contra el cambio de régimen y el nacionalismo. La agresión leve a un miembro de la Guardia Civil en Altsasu en la noche del miércoles, hechos reconocidos por el acusado y por los que ha sido condenado de forma exprés a ocho meses de cárcel por atentado a agente de la autoridad y que determinados sectores políticos y mediáticos han exagerado para convertirlo en un inexistente “linchamiento” y “emboscada” abertzale, y la manifestación celebrada ayer en Iruñea con presencia también de guardias civiles y de la extrema derecha y de UPN contra la trasferencia a Nafarroa de la competencia de Tráfico son muestras evidentes de esta batalla. Los lamentables y reprobables hechos sucedidos en Altsasu han derivado, de nuevo, en un intento palmario de volver a criminalizar a todo un pueblo, en línea con la clamorosa tergiversación que concurrió tras los reprobables incidentes nocturnos de octubre de 2015, sustanciado en un procedimiento nada menos que por terrorismo y a la postre resuelto con unas condenas absolutamente desproporcionadas. En el fondo, entonces y ahora, una intencionalidad política más que evidente. Y en el presente caso, por partida doble además. En primera instancia, para verter ponzoña sobre el Gobierno transversal de María Chivite, tanto por haberse conformado merced a la abstención de EH Bildu como por el apoyo de esta sigla a los primeros Presupuestos de la legislatura; y, para continuar, con el ánimo de enfangar la restitución de la competencia de Tráfico a Nafarroa propalando una falsa afrenta a la Guardia Civil por el hecho de restañar una injusticia histórica con la Comunidad Foral perpetrada por la dictadura. La manifestación de ayer contra esta transferencia -movilización a la que apenas acudieron 500 personas- supone en puridad un rechazo al autogobierno navarro y un antidemocrático llamamiento a incumplir la ley. La resultante es que Altsasu y la presencia de la Guardia Civil en Nafarroa se han convertido en un señuelo de la derecha, en un arma arrojadiza que manosear a conveniencia menospreciando los esfuerzos en pro de la convivencia en todos los ámbitos. Nadie debiera olvidarlo para no alimentar a los profesionales de la manipulación.