No hay Nobel de la Paz para Donald
El pobre Donald Trump se quedó sin su (según él) merecidísimo Premio Nobel de la Paz. Él, que ha sido el gran artífice del acuerdo entre Israel y Hamás (aunque la fragilidad del mismo sea patente e Israel haya seguido con los bombardeos), que presume de haber puesto fin a ocho conflictos mundiales (aunque EEUU sea experta en ir pateando avisperos), que se ha erigido en el líder mesiánico de nuestro tiempo. Pero cuidado con dejar que la pataleta llegue demasiado lejos: “La Casa Blanca acusa de “anteponer la política a la paz” a la hora de entregar el Premio Nobel de la Paz” (Diario Crítico).
Esto no le preocupa tanto
Cabe preguntarse si Trump se ha empeñado en figurar en tanta foto sólo para tratar de conseguir su último capricho. No parece alguien con una tolerancia a la frustración muy desarrollada. En cualquier caso es de suponer que él, tan desinteresado, abnegado y preocupado por la paz mundial, seguirá haciendo lo que hace pese al disgusto, ¿no? Sobre todo porque tiene cosas más importantes de las que ocuparse, como las que cita el economista Santiago Niño Becerra en X: “USA ocupa el lugar 134 en la lista mundial de desigualdad en la distribución de la renta [...] Se halla en la zona calificada como de “Desigualdad peligrosamente alta”.
La de la libertad
Hay una cita que me encanta. Suele atribuirse a Voltaire, pero a saber. El caso, reza así: “No comparto tu opinión, pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarla”. Sin necesidad de ponerse tremendista, pone de manifiesto una idea (o un ideal, en los tiempos que corren). La de que las opiniones que no coinciden con la propia son igual de válidas y como tal, pueden ser expresadas. Sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo en algo con Isabel Díaz Ayuso, que se niega a hacer un registro de médicos objetores de conciencia a la hora de practicar abortos “por ir en contra de su libertad” (Diario Crítico).
Contradicciones
El problema con Ayuso y el registro de médicos es que el argumento se le cae desde el momento en el que tiene un registro similar para la eutanasia y desde que, tirando de hemeroteca, uno descubre que, hace sólo unos meses, Madrid votó a favor de crear esta herramienta. ¿Cuál es el problema entonces, que ahora es el Gobierno de Pedro Sánchez el que lo exige? Para variar, nos enredamos en las formas cuando lo que importa es el fondo: Garantizar que haya un protocolo absolutamente estandarizado donde la mujer que quiera interrumpir el embarazo sea debidamente derivada y atendida de manera impecable por el profesional médico.
Chat Control
¿Se imagina que alguien le abre las cartas que le llegan por correo y las lee antes de entregárselas? Pues algo similar es lo que plantea Chat Control, una normativa europea que permitiría a las autoridades escanear de manera masiva los mensajes privados que los usuarios envían por aplicaciones como WhatsApp o Telegram. Una especie de ‘Gran Hermano’ tecnológico. El propósito es loable: Luchar contra la difusión de material de abuso sexual infantil. El problema es cómo lograrlo sin atentar contra el derecho de todos a comunicarnos en privado y a no ser vigilados por el poder.