Hace unos días hubo los mercados financieros internacionales temblaron: el índice Nikkei, referencia de la bolsa de Tokio, bajó un 12.4%. Eso siempre es una preocupación para los millones y millones de personas que tienen invertidos en estos mercados parte de sus ahorros: el efecto contagio puede aparecer en cualquier momento.
¿Por qué ha pasado eso? Para responder a la pregunta, debemos tener en cuenta que en realidad pocas veces los sucesos funcionan con una causa y un efecto. Lo más habitual es que muchas causas nos lleven a diversos efectos, aunque en demasiadas ocasiones nos cuenten los aspectos que más llaman la atención o incluso nos lo expliquen en términos de marketing para hacerlo más atractivo.
El banco de Japón (equivalente al BCE, banco central europeo) decidió subir los tipos de interés a corto plazo del 0,1% al 0,25%. En una cultura monetaria como la japonesa, acostumbrada a los tipos bajos, una medida de ese estilo siempre causa preocupación. La subida de interés está considerada política monetaria restrictiva, y se hace debido a que las autoridades del banco central estiman que la inflación del país es alta y conviene reducirla. Primer efecto: pedir préstamos sale más caro. Cuidado: podemos pensar algo así “un 0,25% es muy poco, ¿de qué se quejan?”. Sin embargo, ese es el tipo al que el banco central presta a los bancos comerciales, lo cuales prestan al público general a un diferencial mayor para obtener así un beneficio. A esta operación se le denomina carry trade.
Como pedir préstamos es más caro empresarios que vayan a ampliar sus fábricas o familias que esté pensando comprarse una casa mayor se lo pensarán dos veces y en consecuencia la economía se ralentizará. Hay más efectos. Esta medida perjudica al prestatario (quien demanda dinero) pero beneficia al prestamista (quien lo ofrece), ya que su rendimiento es mayor. Esto nos lleva a tres implicaciones adicionales. En primer lugar, los ahorradores aumentarán su inversión en renta fija en detrimento de la renta variable, lo cual empuja a una bajada de la bolsa. En segundo lugar, entrarán capitales extranjeros en la economía japonesa, ya que se puede ganar más dinero con menos riesgo. Debido a eso y en tercer lugar, el yen (la moneda japonesa) se apreciará, lo cual beneficia al importador (que compra bienes y servicios del extranjero) y perjudica al exportador (que vende bienes y servicios al extranjero). Todo ello va en detrimento de las empresas del país y de nuevo, la bolsa baja. Hasta aquí la explicación técnica, para comprender de manera somera el funcionamiento de los mercados financieros.
El famoso psicólogo Carl Jung tenía una teoría llamada enantiodromía. En esencia, nos dice que un exceso de algo da lugar a lo contrario. El caso más sencillo lo comprobamos en personas o empresas que tienen gran éxito: su esfuerzo y dedicación les llevan a la cima, de tal forma que siempre corren el riesgo de pensar que son los mejores, relajarse y caer al abismo.
Es semejante a la hipótesis de la inestabilidad financiera (Hyman Minsky), la cual es apropiada para explicar sucesos como la Gran Recesión (caída de Lehman Brothers, 15 de septiembre del 2008). El proceso tiene tres partes. Uno: cuando la economía es estable, la gente se vuelve optimista. Dos: cuando somos optimistas, nos endeudamos. Tres, cuando nos endeudamos, la economía se vuelve inestable. En resumidas cuentas, “la estabilidad es desestabilizadora”. G. Michael Hopf lo explica de otra manera: “Los buenos tiempos crean hombres débiles, los hombres débiles crean tiempos difíciles, los tiempos difíciles crean hombres fuertes y los hombres fuertes crean tiempos débiles”. Se lo comentó Denzel Washington a Will Smith, después de abofetear a Chris Rock en la gala de los Oscar: “Cuando estás en tu mejor momento, ve con cuidado. Es entonces cuando el demonio viene a por ti”. Un patrón muy repetido cuando hay una separación matrimonial, sea en nuestro microcosmos personal o en la prensa del corazón, es que “no me lo esperaba, parecía una pareja muy sólida, muy enamorada y muy comprometida”. Enantiodromía. Estabilidad desestabilizadora.
Comprender patrones de comportamiento humano nos ayuda a comprender la realidad y a tomar mejores decisiones. Así, el exceso de confianza o pensar que tenemos todo hecho hace que nos volvamos más dejados y más perezosos, lo que nos puede llevar a consecuencias desastrosas. Por otro lado, es asombrosa la valoración de los mercados financieros como suma de comportamientos individuales, lo cual nos ayuda a explicar de manera más adecuada el funcionamiento de los mismos. En la actualidad muchos analistas financieros recomiendan tranquilidad indicando que el suceso de Japón ha sido aislado.
La misma tranquilidad que tenía Elizabeth Taylor, cinco días antes de solicitar el divorcio: “Nunca nada va a separarnos. Probablemente vamos a estar casados diez años más”.
Economía de la Conducta. UNED de Tudela