La guerra continúa

Agosto, verano, calor y playa. Y, sin embargo, a 3.000km, en suelo europeo, la guerra continúa. Tras la tan anunciada “contraofensiva” de primavera parece que los ánimos se enfrían y los telediarios se hacen menos eco de una guerra que nos sigue sonando muy lejana pero en la cual combatimos diariamente. Y es que, aunque no nos toque pisar trinchera ni padecer los horrores del combate, nuestros bolsillos se resienten y la cesta de la compra y llenar el depósito cuestan cada vez más. Debemos perseverar: cambiemos el campo de batalla por una mesa de negociación. Europa lo necesita. El mundo observa.

Cambiar la Historia

Llevo muy mal que cambien de raza a un personaje histórico en una serie o película. Dudo que aporte algo a la gran causa de la inclusión. La Historia es la que es, guste o no. No hay que cambiarla según la mirada actual, hay que contextualizarla. Secundo hasta la última coma este tweet de El Dardo OBC, acompañado de una imagen de la Ana Bolena negra de HBO Max: “No es inclusión. No estamos hablando de un personaje de ficción [...] Simón Bolívar no puede ser asiático. Confucio no puede ser mulato. Mobutu no puede ser blanco. Hitler no puede ser negro. Cambiar la historia puede cambiar la Historia”.

No hacer “nada”

La cifra asusta. Tres de cada cinco ciudadanos afirman sentirse solos. Esto ocurre en un mundo hiperglobalizado donde, supuestamente, estamos más interconectados que nunca. ¿Es eso cierto o somos prisioneros de unos dispositivos creados con el fin de aislarnos? Las cifras de esta epidemia de soledad solo se explican con el minucioso y perversamente sutil trabajo llevado a cabo durante años por este mundo globalista que pugna por deshumanizarnos y despojarnos de nuestra identidad. ¿Contra ello? El botón de apagado (aún existe) y la reivindicación de quedar con nuestra gente a no hacer “nada”.

“Staycation”

No, no es el título de una nueva película. Es el nuevo término acuñado por gente interesada en lavar la cara a la pobreza económica y hacerla más atractiva. Ahora, lo más guay es quedarse en casa sin poder irse de vacaciones. Pero no tema, con el hashtag “staycation” quedará estupendamente y podrá presumir en sus redes sociales. La realidad es que nos toman por imbéciles y muchos lo secundan. La normalización de la pobreza y de las privaciones, tiznada con un aura de buenrollismo y anglicismos es la siguiente rueda de molino con la que nos quieren hacer comulgar. Conmigo, que no cuenten.

Metapreocupaciones

El otro día guardé un meme con el que me topé en Instagram. En él, Primavera, una de las hadas de La Bella Durmiente, lanza polvo mágico mientras proclama: “Te doy el don de pensar escenarios catastróficos y agobiarte por cosas que nunca pasarán”. Las exigencias que nos marcan esta sociedad trituradora y su ritmo frenético nos llevan a un nuevo concepto: metapreocupaciones o, como traducen en NIUS: “Cuando lo que te preocupa es preocuparte demasiado”. Una cosa es ansiedad puntual -preocuparse es bueno y necesario- y otra entrar en un bucle en el que la solución a nuestros problemas, en realidad, nunca llegará.