Era de esperar teniendo en cuenta que hay un jugador del Real Madrid implicado en la polémica, pero la degradación máxima de una parte del periodismo deportivo se ha vuelto a poner de manifiesto tras el puñetazo de Fede Valverde a Álex Baena. El rigor y la objetividad en nuestra santa profesión empieza a estar en vías de extinción. Hoy en día muchos periodistas encarnan el papel de hooligans vendidos al poder que se saltan a la torera cualquier código deontológico. El humilde centrocampista del Villarreal, además de llevarse un puñetazo que le ha dejado secuelas no solo físicas sino también psicológicas, está en el ojo del huracán desde el primer momento. La máquina de esparcir porquería desde los altavoces mediáticos de la capital se ha puesto en marcha a toda velocidad. Primero se ha indagado con minuciosidad sobre su pasado para constatar, supuestamente, su fama de problemático, también se argumenta que provocó al uruguayo con frases soeces respecto a su hijo en camino... El objetivo es básicamente blanquear a Valverde, convertirle en la víctima de un episodio de violencia pocas veces apreciado al más alto nivel. Si se comprueba que hizo esos comentarios, que Baena reciba un castigo ejemplar. Lo que resulta intolerable es hacer del agresor el bueno de la película. l