Siempre tenemos ganas de que lleguen las vacaciones, pero en el ambiente flota la sensación de que este año el receso veraniego es mucho más deseado, y diría que hasta necesario, que nunca. Y eso a pesar de la que está cayendo y de la que, todo hace indicar, nos viene por delante. Pero todos parece que nos hemos olvidado de los nubarrones que se ciernen sobre el futuro y andamos con unas ganas desaforadas de evadirnos tras dos años que han sido complicados por culpa de una pandemia que rompió todas las rutinas. El carpe diem vuelve a imponerse al desorbitado precio de los combustibles, el alza de las compras y los sablazos que nos esperan casi con total seguridad allá adonde nos desplacemos. Y eso quien haya sido previsor y haya podido reservar alojamiento antes del último encarecimiento que se ha producido en esto del viajar. Salir de casa nos va a costar muchísimo más, pero no parece impedimento suficiente para que la mayoría nos quedemos anclados en nuestros domicilios. Como ejemplo, los tres días de retenciones kilométricas que hemos vivido en Armiñón este fin de semana. Así que, quienes ya las hayan terminado, que las hayan disfrutado; y a quienes nos quedan por delante, que los pasemos muy bien.