l futuro del parque natural de Doñana, con motivo de un plan autonómico para ampliar las zonas de regadío en sus inmediaciones, al parecer, según leo en el diario El País, llega hasta las entrañas europeas y alcanza de pleno al consumidor centroeuropeo quien, a través de diferentes cadenas de distribución, amenaza con cortar todas las compras de dicha zona si se ejecutan esas ampliaciones que, según los ecologistas, dañarán los humedales y los acuíferos subterráneos que los alimentan.
Es la plasmación, nos guste o no, evidente y patente, del poder que tienen, tenemos, los consumidores con nuestros actos de compra que efectuamos en el día a día. En los actos públicos suelo referirme a ello y aludo al poder del consumidor, que, con su acto de compra, con sólo alargar el brazo y elegir uno u otro producto, está ejecutando de forma directa y eficaz, política agraria.
Si opta por unos productos de calidad, amparados por marcas de calidad (denominaciones de origen, IGP, etc.), producidos bajo los estándares de la producción ecológica, si opta de forma permanente por la oferta y el chollo, si opta por los productos comercializados vía venta directa, tienda tradicional o vía gran distribución, etc. con cada una de sus opciones, está optando por un modelo y modo de producción y comercialización y con ello, está dirigiendo al sector productor hacia uno u otro camino.
En estos momentos, por su parte, al igual que lo que hemos visto con los transportistas, el debate agroalimentario se centra en la viabilidad del conjunto de la cadena alimentaria y particularmente, en la construcción del precio de forma que se recojan los costes de producción y se establezcan los índices de referencia de forma tal que, cada cierto tiempo, en función de la evolución de los factores de producción más importantes, se vaya, consecuentemente, variando el precio.
Teóricamente, es algo evidente y sencillo, en la práctica, harto difícil cuando no imposible. Por eso, creo que la aplicación real y eficaz de la Ley de Cadena Alimentaria, con el desarrollo normativo que requiera y con el arrojo político que requiere la cuestión, es el principal reto que tiene el conjunto de la cadena delante de sus narices. Eso sí, siendo conscientes de que unos eslabones se juegan más que otros en el empeño.
Por eso mismo, siendo consciente de la inmensidad y dificultad de la tarea, acojo con cierto optimismo la actitud mostrada por la CNMC, Competencia, quien ante el Real Decreto sobre contratos lácteos que prepara el Ministerio, en su informe recoge mejoras de la norma como que tanto a la hora de establecer precios variables como de mecanismos de revisión de los precios fijos en los contratos, ambas partes, puedan acogerse libremente referencias objetivas, verificables e identificables publicadas por las administraciones y además que, para conciliar la obligación de que los precios no sean inferiores a los costes e introducir mayor seguridad jurídica en los contratos de precio fijo, se recomienda que se obligue a que ambas partes, por acuerdo contractual, establezcan de buena fe las cautelas debidas para ajustar los precios ante cambios en los precios de los insumos, evitando que los costes queden por debajo de los precios durante largos periodos de tiempo.
Quizás, peque de ingenuidad, pero creo, y lo digo con la máxima prudencia, que hay un más que evidente cambio de actitud de Competencia.
En Euskadi, por su parte, el Gobierno Vasco ha aprobado el Observatorio de la Cadena Alimentaria cuya mecánica ha sido acordada con la Autoridad Vasca de Competencia para de esta forma, ajustándose tanto a la Ley de la Cadena Alimentaria como a la Ley de Defensa de la Competencia, avalar la validez de los trabajos desarrollados por el Observatorio y proporcionar seguridad jurídica a todos los eslabones de la cadena a los que, por otra parte, se les invitará a adherirse, de forma voluntaria a dicho Observatorio , y que con su firma, se comprometan a respetar y cumplir que el coste, a lo largo y ancho de la cadena alimentaria, sea garantizado.
Llegados a este punto, una vez puesto en acción el Observatorio de la Cadena Alimentaria y volviendo al ejemplo de los consumidores europeos para con Doñana, será el momento de los consumidores vascos quienes tendrán que optar por aquellos productos y aquellos establecimientos comerciales que cumplan con los requisitos fijados por el Observatorio y en todo caso, serán ellos, los que deberán optar por aquellos productos, marcas y establecimientos que respeten todo lo relativo a cubrir los costes de producción de la cadena alimentaria.
No se preocupen por la dificultad de la tarea, para que no se despisten, los baserritarras les ayudarán, señalando a los buenos y a los malos.* Miembro del sindicato ENBA