i queremos un mundo más humano, hacen falta personas y para formarlas integralmente se necesitan herramientas eficaces. Una educación liberadora, es sin duda la herramienta principal.
Somos muchos quienes estamos implicados y comprometidos en las tareas educativas, deseando una educación mejor para un mundo diferente. Ni el sistema educativo, ni cada escuela en concreto, ni las interesadas ideologías partidistas son ajenas en esta tarea. La escuela y todo su entorno no es una burbuja artificial en medio de nuestra sociedad, pero creemos que hay un margen amplio para una educación transformadora y liberadora que enseñe a valorar críticamente y cómo se va realizando una sociedad mejor.
En estos momentos, el Gobierno vasco ha presentado en el Parlamento un primer borrador titulado “Bases para una educación del siglo XXI”, consensuado entre cuatro partidos de la Cámara (PNV, PSE, EH Bildu, Elkarrekin Podemos-IU) que será el marco para un próximo proyecto de una nueva Ley de Educación. En este marco, se insiste mucho en mejorar las competencias cognitivas de los alumnos y, por ello, ve necesario introducir cambios en la metodología y en las materias a impartir. Se busca, también, un sistema educativo fuerte, garantizado por un poder político sólido que garantice una educación inclusiva, igualitaria y de calidad.
Sabiendo que ello no será posible si no se logra el mayor consenso posible entre todas las partes implicadas: padres, instituciones, partidos, sindicatos etc. nos atrevemos a formular unas propuestas objeto de muchas horas de reflexión, que pueden ayudar a profundizar en el debate de este proyecto de ley.
? Despertar en los padres, en las instituciones públicas, en los profesores y alumnos, la conciencia y el compromiso de una educación liberadora y de calidad que supere el egoísmo y el individualismo en el que nos movemos.
? Hacer de la escuela un espacio de integración y de igualdad. Alguna vez hemos sentido la tentación de quitarnos de encima a los alumnos difíciles. La escuela no puede ser un hospital que cura a los que están bien y rechaza a los que están enfermos.
? Una educación no sólo condicionada por criterios económicos, intereses corporativos y competitividad egoísta, sino inculcando valores de superación personal y ayuda solidaria.
? Unido a lo anterior, es necesario educar en los valores éticos de una sociedad justa y democrática. Hay que decirlo sin miedo, ya que en muchas de nuestras escuelas ha desaparecido este compromiso de la educación ética.
Estos valores deben ser trabajados y profundizados en la tarea educativa de cada día, superando los enfrentamientos y el adoctrinamiento ideológico de cada parte.
El desarrollo integral de su persona compete a cada uno, pero en la medida que no se está capacitado, son los progenitores quienes asumen esta tarea contando con la inestimable ayuda de la Administración Pública, quien asume la función educativa de manera subsidiaria. Es un deber del poder público cuidar y posibilitar la educación de todos con el compromiso de todos, lo cual no implica la imposición a todos de un misma visión ideológica.
Somos los padres los garantes del cuidado y la educación de nuestros hijos. Nuestra es la obligación de dar la mejor educación posible que ayude a los hijos de hoy a ser los adultos de mañana. Adultos que cuiden a los demás, que sigan el trabajo de transformar una sociedad que también sus padres transformaron. En esta labor está sin duda, la familia. La educación se sustenta en la familia, así como en la enseñanza escolar. Por ello consideramos fundamental la diversidad de centros de enseñanza. Centros que ofrezcan el proyecto educativo que los padres quieran para sus hijos. Aquí tienen cabida las entidades públicas y privadas, aunque respetando los requisitos que marquen las leyes. Estas segundas, en tanto abogan el interés general y cumplen lo que la ley y la norma exige pueden ser concertadas por la administración pública, de manera que cumpla el derecho de los padres a elegir el ideario educativo para sus hijos.
Es necesaria una educación básica común, pero con respeto a la singularidad de cosmovisiones diferentes y en tanto que esta singularidad no esté en contra, como hemos afirmado, de lo establecido por la ley. La pluralidad no es negativa, sino expresión de una diversidad que posibilita mayor riqueza humana y defensa frente a la adversidad natural.
Queremos una sociedad inclusiva, que acoja, cuide y defienda a sus ciudadanos, a sus culturas propias, a sus lenguas y a las personas más débiles. Una sociedad inclusiva que garantice una educación integral. Ojalá la futura Ley de Educación Vasca, en los múltiples aspectos y exigencias que conlleve, titularidad pública o privada, financiación, pedagogía, organización interna de los centros... responda a todas estas expectativas con el mayor consenso posible. Así conseguiremos una educación renovada para un tiempo nuevo. * Etiker son Patxi Meabe, Pako Etxebeste, Arturo García y José María Muñoa