no de los conceptos básicos de la economía tradicional es el de elasticidad. ¿En qué consiste? Se trata de medir la sensibilidad de la demanda respecto de variaciones de precios. Si un empresario sube el precio de su patinete un 10% y la demanda baja un 1%, la demanda es inelástica. Estrategia adecuada: suben sus ingresos. Claro que no siempre es así; la demanda podría haber bajado en una proporción mayor, por ejemplo un 30%. Estrategia fallida: bajan sus ingresos. En ese caso decimos que la demanda es elástica. En términos gráficos, una demanda inelástica tiende a ser vertical; por otro lado, una demanda elástica tiende a ser horizontal.
Fin de la teoría, pasamos a la práctica. ¿Qué tipo de bienes tienen demanda inelástica? El tabaco, los combustibles o el alcohol. Por esa razón tienen los impuestos más altos: los gobiernos saben que su consumo no va a disminuir fácilmente. De hecho, en Europa las bebidas alcohólicas son más caras. Es más; hace varios años la ministra Salgado ya intentó subir los impuestos al vino y a la cerveza. Originó tal contestación social que se tuvo que echar hacia atrás. Caso extremo de demanda inelástica: las drogas. El grado de dependencia de los más adictos hace que dicha demanda sea vertical ya que estos consumidores están dispuestos a pagar lo que sea.
Grandes empresarios como Juan Roig, de Mercadona, han admitido errores de gestión por calibrar mal la elasticidad de algunos productos. Por ejemplo, mantener fruta fuera de temporada, con lo cual son mucho más caras. Supongamos que la manzana golden es más cara en marzo, pero se desea mantener su oferta. El consumidor comprará otro tipo de manzanas o sustitutivos cercanos como la pera. En ese caso, la empresa incurre en pérdidas. ¿En qué se fijó Roig? En que las personas no van a comprar manzanas. Simplemente, van a comprar fruta. Y si un género está muy caro, se toma otro. Existen muchos sustitutivos, y eso origina una demanda elástica.
Si un empresario logra que su producto sea o se perciba como exclusivo, logrará una demanda inelástica. Y eso le permite subir los precios e incrementar su ganancia. ¿Cómo se logra eso? Además de la diferenciación, existen tres posibilidades. Uno, la marca. Dos y relacionado con lo anterior, el sentimiento de identidad. Tres, asociar el producto a una buena causa (“lo verde”, “lo natural” o “lo de aquí”).
Lo más interesante del asunto es que este patrón tiene múltiples aristas. Pensemos en nuestro empleo: la única forma de obtener una subida de salario es tener pocos sustitutivos en el mercado de trabajo. Si somos fácilmente reemplazables, lo tenemos peor. Por eso todas reformas laborales que se hagan deben buscar un equilibrio entre la flexibilidad del empresario y la seguridad del trabajador. Es difícil ser productivo si mi puesto está en el aire. Las preocupaciones, la ansiedad y el atolondramiento disminuyen nuestras prestaciones a todos los niveles vitales, además de afectar negativamente a nuestra salud.
Los partidos políticos juegan con estas estrategias. El plan es claro: si el PSOE se queda con el espectro de la izquierda o el PP se queda con el de la derecha en ambos casos tienen más incentivos para ser corruptos o no cumplir sus promesas. Al fin y al cabo, quien se identifique como “izquierdas” o “derechas” les va a votar de todas formas. Por esa razón están tan interesados en mantener sus estrategias de polarización.
Una pequeña locura colectiva como la generada por la compra de aceite de girasol genera demandas inelásticas. El precio se dispara. De hecho, en este caso se han limitado las unidades que se pueden comprar. Las ventas de antígenos en épocas recientes estaban por las nubes, y muchos almacenes de distribución y/o farmacéuticas obtuvieron unas ganancias siderales. Lo mismo ocurrió cuando una mascarilla valía un potosí: ahora están casi regaladas.
Nos vamos a la crisis de Ucrania. Además de los tanques, Putin juega con más balas: la demanda del gas en Europa es inelástica. Es un tema de suministro. Y eso nos lleva a uso de los fondos europeos. Mientras que en España los políticos se dedicaban a discutir y a interponer demandas (judiciales, claro) para gestionar un pastel más grande, en Francia se preocupaban de mejorar las infraestructuras, industrias y para ser menos dependientes del exterior. La guerra ha cambiado todo, y las estrategias presentes y futuras priorizarán la autonomía energética. De hecho, eso es lo que ha hecho Estados Unidos.
Problemas como el paro, la crisis de Ucrania y la inflación están asociados, de una u otra forma, a demandas inelásticas. En consecuencia, debemos ser elásticos.
En términos menos técnicos, debemos crear resiliencia. * Profesor de Economía de la Conducta, UNED de Tudela