Un folio en blanco
La respuesta a la ya famosa “Z” con la que los rusos marcan sus vehículos militares y los terrenos masacrados a su paso va a ser una hoja en blanco. Por portarlo, por mostrarlo, las y los manifestantes rusos son encarcelados y se enfrentan a multas e incluso penas de prisión. No piden nada, no reivindican nada, no denuncian nada: solo portan una plana sin mensaje porque todo el mundo, también quienes ejercen la represión en Rusia, sabe lo que significa. Antonio Cartier lo tuiteaba con pleno acierto: “Un folio en blanco puede ser cualquier cosa. Y nada hay más peligroso para una dictadura que fomentar la imaginación”.
Censura siempre fue la suya
Cuando anunciaron la desconexión de Rusia Today para limitar la propaganda rusa no me importó porque no reconozco como medio de comunicación lo que es un aparato de intoxicación que hace juicios sumarísimos: “Desde el canal RT algunos ya han dictaminado sobre Marina Ovsyannikova, la trabajadora que irrumpió con una pancarta en un estudio de televisión estatal de Rusia. ‘Esa zorra debería estar encerrada durante diez años’, ha dicho Anton Krasovsky. Este presentador del canal financiado por el Kremlin ya dijo en enero que Ucrania es territorio ruso y que Moscú debía ‘recuperarlo’ por la fuerza” (Xavier Colás).
Otro propagandista
La altura política de Alberto Núñez Feijóo ya ha quedado al descubierto y es más bien tirando a bajito en lo democrático y lo discursivo. Su primera acción ha sido permitir la entrada de la extrema derecha en un gobierno autonómico, un hecho tan grave que hasta el presidente del PP Europeo se lo afeó expresamente. Y sus primeros discursos están siendo paupérrimos. Pello Salaburu, por su parte, le afeó en Twitter esto otro: “Feijóo: ‘El gobierno se está forrando con el precio de los carburantes y de la electricidad’. Un gran líder, incapaz de distinguir entre ‘gobierno’ y ‘estado’. ‘Se está forrando…’, dice. Sabe de qué habla”.
Pero no juega con videojuegos
Manuel Murillo, que está siendo juzgado por exhibir en WhatsApp su intención de “matar” a Pedro Sánchez, ha decidido marcarse un Infanta Cristina. No es que sea un delincuente, es que no se enteraba de nada, en su caso, por “una ensoñación del vino y el orujo: ‘Mezclé las películas y me sentí un héroe para salvar a España. Como oía mucho a Losantos, que también es un patriota…’”. Esto es lo que destaca en Twitter el periodista Alfonso Pérez Medina. Si se tratara de alguien más joven (Murillo ya pasa de los sesenta) que reconociese jugar a videojuegos, los juicios paralelos ya estarían resueltos.
La revolución del entretenimiento la protagoniza Kiko Rivera
Escribo estas líneas porque soy un boomer, un viejo y un ciego que no entiende por dónde va el futuro del entretenimiento y los medios de comunicación. Todo eso que acabo de describir es lo que me impide valorar en su justa medida que Ibai Llanos (cuyo éxito es indiscutible y no necesita estas aventuras) haya organizado y esté emitiendo en Twitch un concurso de cocina entre personas que no son cocineras, sino streamers en esa plataforma, y Kiko Rivera. El hijo de Isabel Pantoja, sí. Ahí está la revolución, lo novedoso, lo que engancha a la juventud, lo que los viejos medios no somos capaces de ver ni ofrecer. Claro que sí.