ás de tres décadas de cooperación vasca esconden cientos de pequeñas grandes historias de transformación. Las organizaciones no gubernamentales de desarrollo (ONGD) contribuimos a construir una sociedad más justa y solidaria, y, para ello, llevamos a cabo proyectos de cooperación en países empobrecidos de África, Asia, Centroamérica y América del Sur. También aquí realizamos proyectos de acción social y actividades en nuestras ciudades y pueblos para sensibilizar sobre las causas de la pobreza y las desigualdades, y para invitar a la ciudadanía a movilizarse ante las vulneraciones de derechos humanos. Todo ello, desde el convencimiento de que solo cambiando nuestro entorno lograremos transformaciones globales.
Muestra de esas historias, desde El Salvador, Delmy recuerda que gracias a la cooperación al desarrollo impulsada desde Euskadi, “las mujeres estamos más organizadas, conocemos nuestros derechos y cómo hacerlos respetar para no ser marginadas”. En palabras de Pedro, de Perú, “ahora tenemos agua potable en casa y no tenemos que ir lejos a buscarla. Además, enfermamos menos porque tenemos mejores condiciones de higiene y porque podemos lavarnos las manos con más frecuencia”. El senegalés Baba comenta que su salud ha mejorado: “Podemos acceder a más verdura, hemos construido baños y podemos comprar material escolar y medicamentos para nuestros hijos e hijas”. Según la ecuatoriana María, “producimos mejor en nuestras tierras y las cosechas son más prósperas”. Pascaline, desde Benín, destaca que pueden ofrecer una educación de mayor calidad a los niños y niñas, con el equipamiento y profesorado que necesitan: “Ya tenemos clases para educación infantil y primaria”, recuerda. En Asia, la bangladesí Salma subraya que el gobierno regional ha fortalecido sus capacidades para incorporar la perspectiva de derechos humanos en sus programas sociales. Más cerca, desde Euskadi, Iñigo reconoce que la cooperación le ha permitido ampliar horizontes: “El mundo está tan conectado que nuestras acciones aquí tienen consecuencias en lugares lejanos, por lo que todos y todas podemos hacer algo para contribuir a cambiar el mundo”, afirma.
Todos estos pequeños grandes testimonios de transformación son posible gracias al firme compromiso de la sociedad vasca por luchar contra las desigualdades en cualquiera de sus expresiones. Una sociedad que ante el dolor ajeno no se queda indiferente y que da un paso al frente para aportar a la construcción de otro mundo más justo. Con ese objetivo, por un lado, miles de personas apoyan actualmente el trabajo de las ONGD mediante una cuota económica o el voluntariado. Por otro, esa misma sociedad vasca ha reclamado a nuestras administraciones más cercanas (Gobierno vasco, diputaciones forales y ayuntamientos) que elaboren políticas públicas de cooperación para el desarrollo y que destinen partidas a ese fin.
Precisamente, el Gobierno vasco ha iniciado los trámites para aprobar una nueva ley vasca de cooperación que sustituya a la actual de 2007. Compartimos que es necesario actualizar algunos aspectos para dar respuesta a los nuevos retos internacionales, pero también creemos que hay mucha experiencia acumulada y muchas cosas buenas que mantener. Por tanto, este nuevo marco legal es una gran ocasión para fortalecer el papel de la sociedad civil organizada, las ONGD, en la tarea urgente de reequilibrar los desajustes e injusticias del mundo. Las muy diversas redes de solidaridad tejidas por las ONGD y su contrastada experiencia de trabajo en los lugares donde actúan son el mejor soporte para impulsar sin interferencias o neocolonialismos culturales los derechos de todas las personas y en todos los sitios.
Además, la cooperación impulsada desde Euskadi es reconocida internacionalmente. Lo es en gran medida por la continuada contribución de las ONGD que aportan, además, la lógica del contacto directo y continuado con las poblaciones del Sur y los procesos sistemáticos de evaluaciones rigurosas que aplica a sus intervenciones. Esa es la fuente de transparencia y aprendizaje que son esenciales para tener credibilidad.
En esta nueva cooperación vasca que se atisba, instituciones y ONGD sigamos transformando el mundo, codo con codo, desde Euskadi y junto a los miles de Delmy, Pedro, Baba, María, Pascaline, Salma e Iñigo que diariamente nos encontramos en el camino. Sin miedo a los cambios y retos, pero con la experiencia de años de trabajo y el aval de las miles de pequeñas grandes historias que desde las ONGD hemos contribuido a transformar. * Coordinador de ONG de Desarrollo de Euskadi