l pasado 3 del presente mes el nuevo Obispo de Bilbao, Joseba Segura, en su toma de posesión destacaba esta propuesta dirigida a los católicos de Bizkaia (pero que podría extenderse al resto del País).
Desde una postura de realismo ante la pérdida de influencia de la Iglesia en las últimas décadas en la vida social, invitaba Joseba Segura a los cristianos a asumir el reto de ofrecer propuestas que superen las críticas a la realidad y de hacerlas con convicción.
Coincidía así con el Papa Francisco que en la Evangelii Gaudium insiste en la necesidad de que la Iglesia haga aportaciones positivas y propositivas que puedan incidir eficazmente en las complejas situaciones actuales, y no se queden, por tanto, en diagnósticos y meras generalidades, en lo que denomina “habríaqueismo” y que critica sin ambages.
Subraya el nuevo Obispo también que “cuando entre el dicho y el hecho hay un trecho se pierde credibilidad”.
Coinciden ambos con Arizmendiarrieta, que siempre exigía altos niveles de autoexigencia y orientación a una acción coherente con el discurso.
Por otro lado, ese mismo primer sábado julio se celebraba en todo el mundo, como es habitual desde hace más de 80 años, el Día internacional de las cooperativas, fórmula empresarial alabada repetidas veces por el papa Francisco, quien ha recordado en varias ocasiones el carácter cooperativista de su padre, y que puede ser una propuesta válida para nuestro caso.
Es preciso constatar, con todo, que la fórmula cooperativa, aún siendo muy importante a nivel mundial (se estima que el 12% de la población es socio de alguna de ellas), en sus más de 170 años de existencia no ha sustituido a las empresas convencionales, cuya legislación básica surgió casi al mismo tiempo en Inglaterra.
En nuestro caso, siendo el País Vasco una referencia mundial, bien sea por sus limitaciones prácticas ( la realidad es que incluso las empresas cooperativas utilizan las fórmulas jurídicas de empresa tradicionales en sus desarrollos empresariales), bien por sus debilidades en algunos casos (“sería muy pobre el concepto que pudiera tener el mundo de un cooperativismo que no sirviera más que para crear otras minorías con más elevado grado de bienestar”, alertaba Arizmendiarrieta), el cooperativismo no ha llegado a suponer la “tercera vía” entre el socialismo y el capitalismo, tal como algunos soñaban en sus inicios.
Aunque no puede dejar de ser una referencia relevante para nuestra Fundación Arizmendiarrieta que, en este contexto, cumple también este mes 5 años desde su constitución y que, de carácter interdiocesano por acuerdo recientemente refrendado por los tres obispos de la CAV, nace del humus cooperativo de la Experiencia de Mondragón, pero debe asumir también el reto de ofrecer propuestas significativas para el mundo, tal como subraya el Obispo Segura.
Con ese marco, y de cara a hacer realidad ese compromiso subrayamos dos pensamientos complementarios de Arizmendiarrieta que deben orientar nuestros esfuerzos:
“Los principios cooperativos tienen que proyectarse en fórmulas prácticas, viables y apropiadas a las circunstancias y quien las interpreta con otra rigidez será un dogmático que hará un mal servicio a la verdadera cooperación” y “Nuestra meta es que se acepten los principios cooperativos no sólo en los límites estrechos de la actividad cooperativa sino también en los asuntos de Estado, y de una manera general, en la vida de la nación”.
Se trataría, en definitiva, de ser flexibles y prácticos, a fin de poder incidir en la realidad de forma posibilista, evitando rigideces y dogmatismos que a nada conducen y, por otra parte, tener la máxima ambición para, con esa flexibilidad, aspirar a inocular los valores cooperativos no sólo en las empresas convencionales sino también en otras actividades de la vida económica y social de la comunidad.
En ese sentido se han dirigido los primeros trabajos, realizados en cooperación, de la Fundación, a fin de formular, con la colaboración insustituible de diversos agentes económicos y sociales, distintas variantes de un Modelo inclusivo participativo de empresa, y las bases de una Economía de Cooperación en distintos planos de la actividad económica, que no dejan de ser sino unos primeros pasos en el camino señalado por el nuevo Obispo.
En otro orden de cosas, sería un error, en cualquier caso, pretender hacer nuevas propuestas desde la soledad de los grupos católicos, por expertos que sean, siendo imprescindible, desde nuestro punto de vista, enriquecerlas con el concurso de agentes e instituciones públicas y privadas que se sientan inclinados a colaborar.
Aunque subrayando también la necesidad de contribuir públicamente y sin complejos ante una realidad económica y social que precisa respuestas innovadoras a los numerosos retos derivados de los avances tecnológicos y la globalización. Asumiendo incluso el riesgo de suscitar en ocasiones tensiones indeseadas con intereses particulares de unos u otros grupos económicos o sociales de distinta naturaleza, pero con el referente permanente del Bien Común como único norte por encima de cualquier otra consideración.
Ondo etorriak, ba, Gotzain berriaren hitzak ta lan egin dagigun beste talde ta erakunde batzuekin urtenbide berriak eskeintzeko gaurko gizarteari Eleizaren sustraietatik.
* Presidente de la Fundación Arizmendiarrieta