reación de igualdad social. Es lo que están intentando promover dos mujeres en Gasteiz: la muralista y directora de la sala ARTgia, Irantzu Lekue, y la fotógrafa Eider Bernaola, dos referentes femeninas en sus profesiones, quienes, además, intentan que sus obras se conviertan también en un eje de transformación social.
La sala ARTgia de Lekue, por ejemplo, tiene un programa específico (EmART) que ayuda a dar a conocer el trabajo de jóvenes creadoras emergentes que se dediquen a las artes visuales, escénicas y sonoras, literarias o cualquiera de sus vertientes. "La idea es seguir por esta línea. Nos hemos enfocado en el arte emergente, pero también sería interesante relacionar mujeres de diferentes generaciones o a distintas mujeres creadoras para darles esa visibilidad", avanza respecto a esta convocatoria que nace fruto de la colaboración entre diferentes agentes y entidades, tales como el Ayuntamiento de Vitoria, la asociación Kultur ACT y la sala ARTgia.
Se trata así de visibilizar más a las mujeres creadoras dentro de un ecosistema cultural en el que Lekue ve que cada vez hay más féminas trabajando en su campo, al igual que sucede entre las que acuden como público, donde también hay muchos rostros femeninos. "Vamos luchando poco a poco para obtener la visibilidad que nos corresponde, pero queda mucho por hacer para que nuestras presencias sean mayores y tengamos acceso tanto para producir como para exponer", expone.
Por su propia experiencia, ha visto que las chicas tienen más handicaps en esta profesión, "ya sea en escultura, pintando... Al igual que como mujer tienes complicaciones a la hora de salir a la calle, lo mismo pasa en el trabajo o peor: cuando te dicen cómo tienes que hacer tu trabajo y otro tipo de aportaciones, que suelen venir de hombres mayores de 40 años y blancos. Es un tema que da para mucho".
Y esto, como señala, no solo pasa en el campo de las artes plásticas. "En otros ámbitos dentro de lo cultural, como el cine y la música, que son una creación más de equipo, también ocurre lo mismo. Las mujeres estamos en desequilibrio con los hombres en todos los sectores", censura Lekue.
Y aunque vamos evolucionando, para bien, insiste en que queda mucho trabajo por hacer y de concienciación "de cosas que tenemos muy arraigadas, como micromachismos que aún quedan pendientes en la sociedad. "Hay que darle una vuelta a nuestra manera de pensar, que nos han inculcado socioculturalmente", incide.
Para ello, Lekue propone lanzar medidas que den más visibilidad a las mujeres creadoras, siguiendo la estela de los que ya se hacen, por ejemplo, en Artium "con programas que visibilizan a diferentes mujeres creadoras". No en vano, lamenta que la mujer siempre haya estado oculta en los centros de exposición "ya que muy pocas han tenido la oportunidad y otras han tenido que cambiarse el nombre para poder trabajar", ilustra al respecto.
Igualmente, la fotógrafa gasteiztarra Eider Bernaola siempre ha puesto el foco en lo que es la igualdad y la perspectiva de género, desde la pasión que siente por el mundo creativo y de la imagen, "porque creo que nos queda muchísimo trabajo por hacer en ese aspecto social y la fotografía ha sido para mí una herramienta para poner el tema sobre la mesa y también para expresarme sobre cómo me siento yo al respecto". Un ejemplo son sus muestras fotográficas para romper estereotipos sociales y comerciales.
En este sentido,Bernaola cree que la sociedad está más concienciada al respecto, pero "sí que es verdad que queda mucho trabajo por hacer. Cuando he dado charlas en colegios, me he dado cuenta de que las chicas de las nuevas generaciones vienen supercañeras, muy preparadas, con mucha inquietud y ganas de superar ciertas costumbres y hábitos tóxicos, que vemos que no nos están funcionando, pero sí que veo que hay una resistencia por parte de los chicos, tanto de los adultos como de los más jovencillos. Por eso falta su parte del trabajo: su implicación y su análisis de conciencia de cómo ellos pueden aportar y generar cambio en ese sentido".
Sobre las medidas que pueden solucionarlo, destaca que "es un tema con el que tenemos para rato", aunque en todo caso tienen claro que tienen que partir de la educación: en casa y en los colegios, "porque es un trabajo en equipo. Es muy difícil que nuestros padres nos den una educación desprendida de machismo cuando ellos han sido así. Son pequeñas cositas que hay que ir cambiando en el imaginario porque las diferencias que hay en materia de igualdad son básicamente construidas", subraya. Por eso también echa en falta "más sensibilización profunda" por parte de las instituciones "porque sí que es verdad que de vez en cuando se hacen talleres, pero se hacen de manera puntual. En asignaturas, como Historia del arte, Ciencias, Matemáticas o Literatura universal, no te están dando ni siquiera autoras, ni referentes femeninos...".
Cuando comunicó que quería ser fotógrafa, entró lo que denomina el "tema del triunfo" de la sociedad en la que vivimos "con las carreras que tienen más salidas y las alternativas que te van a dar un futuro mejor y seguro que la fotografía no es una de ellas. Actualmente, cualquiera ligada a la creatividad se ve muchas veces menos valorada".
Y cuando se fue metiendo en la profesión de la fotografía como tal, "aunque es muy bonita, te encuentras con muchos obstáculos, empezando porque ésta está muy devaluada en la ciudad y, por otra parte, parece que está ese mito del fotógrafo, acabado en "o", que muchas veces siendo chica es difícil de romper. A mí me ha pasado. Me han discriminado por ser tía. He visto cómo otros compañeros con mucho menos esfuerzo, dedicación y hasta menos habilidades han tenido más facilidades", lamenta. Y eso que en Bellas Artes o en Publicidad, la gran mayoría del alumnado son mujeres, "pero la cuestión está en que los puestos de poder y de decisión vuelven a ser de hombres y todavía nos encontramos con esos techos de cristal a la hora de conseguir ciertos objetivos. Ahora mismo, hay más fotógrafas y se está visibilizando el trabajo de las mismas, pero todavía hay festivales de fotografía que no tienen ni una sola ponencia femenina, incluso en concursos en categoría amateur en los que durante equis tiempo solo han ganado hombres. Y, pese a todo, se muestra "optimista de todas las maneras", resalta.
Bernaola también ha sido pionera en la ciudad a la hora de animarse a practicar muay thai, "un deporte no muy mayoritario en el País Vasco, que siempre me había llamado la atención. Tuve la suerte de conocer a mi entrenador, que me puso en contacto con una persona que había empezado a hacerlo y a partir de ahí empecé a practicar", recuerda. En ese momento solo estaba ella y otra chica. Y precisamente por la diferencia de oportunidades, tanto de deportistas femeninas como de masculinos, entre otras, se fue y ayudó a montar Hanuman Rings (calle Paraguay), donde pusieron en los estatutos que se iba a fomentar la igualdad. Y ahora ya son siete chicas luchando, entre otras cosas por la equidad.