Hong Kong ya vive sometida a la ley de seguridad nacional con la que el Gobierno chino ha querido reprimir definitivamente todas las formas de libertad política. El Gobierno del Reino Unido y Japón, además de la Unión Europea, han expresado sus protestas. En el caso británico, es obvio. Boris Johnson, como tampoco la oposición laborista, no está dispuesto a abandonar a los 250.00 ciudadanos que viven en Hong Kong y tienen pasaporte británico. De hecho, el primer ministro dejó escrito hace un tiempo que si se implantaba la Ley de Seguridad Nacional, Gran Bretaña abriría los brazos a casi tres millones de ciudadanos que podrían solicitar la ciudadanía británica. China se había comprometido en 1984 a preservar la fórmula “un país, dos sistemas”. La Ley de Seguridad Nacional cambia radicalmente las reglas de juego que afectan a la vida política de los ciudadanos de Hong Kong. Sin duda, en esta situación Hong Kong pierde.
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