Parece una evidencia sin demasiada discusión. Este planeta ha vivido mejores épocas. De hecho, ni siquiera los negacionistas más recalcitrantes se atreven ya a elevar mucho la voz para ridiculizar a quienes piden a la humanidad hacer algo para que la Tierra siga siendo habitable más allá de este presente tan peliagudo que nos está tocando sortear. Ignoro cómo son las reuniones internacionales en las que los líderes mundiales han de proponer medidas para salvaguardar lo que queda de lo que una vez fue un clima natural. En cualquier caso, y si no se pasa de las palabras a los hechos, cualquier escenario futuro será irreconducible ya que se está sembrando, y abonando, un cambio climático que por ahora sólo ha enseñado la patita y que amenaza con convertir el planeta en un secarral repleto de inclemencias que harán inhabitables muchos rincones que una vez estuvieron llenos de vida. Me temo que ya no es cuestión de ser agoreros, sino realistas, ya que en apenas unos años se han concatenado una serie de acontecimientos meteorológicos anormales que, al menos, deberían bastar para propiciar una reflexión global. Sin embargo, ya se sabe que el hombre es un lobo para el hombre. Así ha sido hasta hora y esto no tiene mucha pinta de cambiar...
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