Tanto tiempo resistiéndome al rollo de las calabazas siniestras y los disfraces en otoño para acabar teniendo que asumir por la vía de los hechos que esto de Halloween igual era cierto. Por si acaso, creo que este año voy a hacer acopio de amuletos para hacer frente a espíritus malignos y personajes siniestros. Habrán comprobado que no solo el 31 de octubre estamos citados con el traído y llevado Brexit, sino que, además, esa medianoche empezaremos una nueva campaña electoral ¡y olé! Cuarta campaña de elecciones generales en menos de cuatro años. Esto sí que da miedo de verdad. Siguiendo la iconografía cinematográfica hollywoodiense, que es el único acercamiento bueno o malo que he hecho a la fiesta en cuestión, supongo que los pacientes ciudadanos somos los vecinos que reciben a los grupos de niños y niñas disfrazados y a los que regalamos caramelos, truco o trato. Pero a estos niños no se les contenta fácilmente y para ellos es Halloween todas las semanas. Parece que los caramelos que les damos no les molan y que, según la curiosa costumbre, para manifestar su cabreo lanzan rollos de papel higiénico contra nuestras viviendas. Y vuelta a empezar. Nada hace sospechar que los caramelos de noviembre vayan a ser sustancialmente distintos. Quién sabe. Igual sí... O igual en primavera estamos otra vez en Halloween.