Hay temas periodísticos que, al menos, tienden a equipararse en edad con el que escribe y suscribe estas líneas. Así, a bote pronto, se me ocurre el proyecto del soterramiento ferroviario que, en principio, debería ocultar las vías a su paso por Gasteiz a través de unos corredores subterráneos llamados a cambiar la fisonomía urbana de la ciudad para siempre. Ahora la capital está inmersa en un proceso de alegaciones ante el planteamiento efectuado por el Gobierno central. Pero, si no me falla la memoria, llevo escribiendo sobre el particular la friolera de 18 años. No falté a la rueda de prensa en la que el entonces primer edil Alfonso Alonso avanzaba la idea de una eventual tunelación de los railes. Tampoco me perdí los viajes que cursó Patxi Lazcoz a Madrid para llegar a acuerdos sobre los métodos constructivos ideales para ejecutar el soterramiento ni cuando Javier Maroto llegaba a acuerdos para definir las trazas de la nueva estación ferroviaria. También he estado con Urtaran cuando se recibía al enésimo ministro de Fomento con el enésimo plan maestro para llevar a buen puerto el soterramiento. Sin embargo, por ahora, no ha habido ni una palada. Empiezo a pensar en crear un club de admiradores de Santo Tomás, ya saben, aquel que si no lo veía, no lo creía...