lo saben todo de ti. Tus gustos, tus gastos, tus filias y fobias, tus pecados y virtudes, tu evolución personal y tus enfermedades, tus hábitos, tu agenda. Tienen todas tus fotos, pueden ver tu cara, la de tus familiares y amigos, y si resultas peligroso para su sistema pueden saber dónde estás ahora mismo y dónde has estado cada día de los últimos años, y actuar como crean conveniente. Pueden utilizar tu móvil para ver y escuchar lo que haces, o lo que hacen quienes están junto a ti, si es que no les haces tú el trabajo a través de las redes sociales. Todo esto ya lo intuíamos hace tiempo, pero ahora tenemos la certeza de que es así, y el testimonio de una persona que hizo gala de un sentido de la justicia tan grande como su inconsciencia, y que acaba de publicar sus memorias, lo explica con todo lujo de detalles. Trump y el Brexit son la prueba de hasta qué punto el dispositivo de control que llevamos en el bolsillo del pantalón es una puerta abierta, no solo al espionaje, sino a la manipulación masiva de la gente, son el primer efecto de un nuevo orden que apenas conocemos, y que no conoceríamos en absoluto si no fuera por Edward Snowden. Lo pagará, y lo mínimo que merece es pasar a la Historia por lo que ha hecho, y no por lo que nos dirán que ha hecho.