La evidencia del surrealista escenario en que se ha convertido la política en la Villa y Corte es constatar que el discurso de la responsabilidad de Estado, la moderación, la contemporización y el realismo pragmático -¿el seny?- lo ha desplegado el otrora agitador number one, rey del tuit provocador en la tribuna, Gabriel Rufián. Cosas veredes... El detalle quizá no pasa de anecdótico pero ahí está, para oprobio de los dos supuestos socios potenciales peor avenidos de la historia. Nunca una negociación de gobierno se gestionó tan penosamente. De hecho, me parece mucho decir que esta cosita apañada tarde y mal pueda llamarse negociación y mucho menos dar categoría a los intervinientes diciendo que la han gestionado. Se ha hecho todo tan mal, tan mal, que no solo ha acabado en investidura fallida, sino que amenaza con haber dinamitado cualquier endeble pasarela que quedara en pie entre PSOE y Unidas Podemos para buscar a partir de ahora con límite 23 de septiembre un acuerdo que salve la legislatura y que no se ha conseguido en los casi tres meses transcurridos desde las elecciones. Quizá no sería mala idea que algunos políticos, también de las siglas en liza, con experiencia en la cosa negociadora organizaran a los protagonistas algún curso de verano al respecto. Por no seguir tomando el pelo al personal.