Es el verano una época muy propicia para que mucha gente que el resto de meses no va a ningún concierto, representación teatral, charla, proyección de cortos o largos, o que no pilla un libro ni a tiros, por poner unos ejemplos, se vaya a algún festival, se encuentre con alguna actuación en la calle y se quede, se lleve a la piscina o a la playa algún que otro título que ha visto recomendado y similares. Sea por falta de tiempo, de ganas, de curiosidad... siempre solemos encontrar alguna buena excusa para no adentrarnos en algo que, por otro lado, nos es propio y exclusivo. Somos seres culturales, aunque nos empeñemos de manera cada vez más concienzuda en negarlo e impedir nuestro desarrollo como tal. Es más, esta crisis económica nos ha llevado a distanciarnos todavía más de quienes nos ayudan, con su hacer artístico, a expresarnos y plantearnos preguntas y emociones que muchas veces no podemos desarrollar. Con todo, llegan estos meses de ocio, de tiempo libre, y parece que, en parte, nos queremos reconciliar con esa parte de nuestro ser, aunque nos apresuramos a decir: “Pero algo ligerito”. No queremos dar falsas impresiones. De todas formas, si lo que hagamos este verano nos lleva a dar más pasos el resto del año, bienvenido sea.