Un poco de paciencia. Y mucho sentido común. Porque, ante el cambio climático, ya sólo nos queda adaptarnos para evitar males mayores. Escribo esto porque hace unos días que los gasteiztarras y el resto de alaveses estamos cociéndonos tan ricamente en nuestro propio jugo. El calor ha reventado los termómetros demasiado pronto para el bagaje meteorológico tradicional en estos lares, circunstancia que ha soliviantado a la totalidad de los medios de comunicación y al resto de la sociedad, incapaces, al parecer, de hablar de otra cosa en páginas de periódico, espacios radiofónicos, reportaje televisivos, barras de bar y ascensores. Se conoce que jamás antes habíamos sufrido olas de calor y vientos saharianos de índole infernal o que, de haberlas padecido, nuestra memoria cortoplacista ha hecho lo posible por obviarlas por completo para hacer hueco extra en la sesera. Sea como fuere, habrá que hacer de tripas corazón y tratar de sobrevivir a la solanera con la mejor de las caras posibles. Porque, si aquí la cosa se pone calentita, ¿qué dirá el churrero en plena faena que protagoniza el tradicional reportaje de calor en Ecija, la llamada sartén de Andalucía? Supongo que cada cual se queja de lo que tiene y de lo que le llega.