Hubo un tiempo en que a José Luis Rodríguez Zapatero se le atribuía aquello de la baraka como un valor político. Fue Felipe González quien allá por 2006 forjó el asunto, no sin doble intención: “Tiene un gran factor a su favor: ¡tiene suerte! Eso que los árabes llaman baraka. Eso en la vida tiene importancia”. La baraka a Rodríguez Zapatero se le esfumó a velocidad supersónica a golpe de “desaceleración” y “brotes verdes”. Quizá Pedro Sánchez pueda ser su dignísimo sucesor, si es que no ha superado ya al maestro. Veremos cómo se resuelven tanto la formación de gobiernos autonómicos y municipales, como la del propio Ejecutivo español, pero si Mariano Rajoy fue un supersuperviviente dontancredista, Sánchez podría coprotagonizar la saga de Los inmortales. No solo sobrevivió al golpe palaciego que le descabalgó de la secretaría general del partido y de su escaño de diputado, es que volvió al liderazgo de Ferraz con todo el aparato enfrente. Presentó una moción de censura por la que muchos (de los suyos) no daban ni medio euro y la ganó. Ahora, tras ganar las generales y aún sin mayoría formal suficiente, se permite desde Bruselas mirar hacia izquierda y derecha, a Podemos y Ciudadanos, para que “reconsideren sus estrategias” a la luz del 26-M. ¿Baraka?