Síguenos en redes sociales:

Trabajo precario

Hay días en los que apenas vivo para procurar que el trabajo sea lo más lucido posible. No estoy seguro de si esa práctica merece la pena, pero el caso es que, con el paso de los años y de mil y una vicisitudes, es la realidad que me toca. Otros, a buen seguro, tienen que trabajar más allá de sus convenios (si es que los tienen) a cambio de poder seguir trabajando. Qué paradoja, ¿verdad? Supongo que ante tales circunstancias el Gobierno central decidió en su momento instaurar de manera obligatoria aquello de fichar al entrar y al salir del trabajo para registrar fehacientemente las jornadas de trabajo del personal y para acotar las horas extra sin remuneración que se dan en todo el sistema productivo español, y que se pueden contar por millones. No sé si lo dispuesto por el legislador es lo ideal, ni si hay otras formas más precisas, justas o baratas de hacerlo o de si merece la pena el revuelo que ha ocasionado. Sin embargo, algo hay que hacer para evitar que paguen justos por pecadores y para rescatar a miles de trabajadores de situaciones de precariedad extrema en el día a día de sus relaciones laborales. Porque ser un asalariado decididamente no es lo mismo que sufrir las veleidades de gente sin escrúpulos.