andamos metidos en líos. Se acercan las elecciones -tengo que parar un momento para saber cuántas veces hay que votar de aquí a un mes- y ya percibo hastío generalizado por los mensajes repetitivos, y muchas veces vacíos, con los que los políticos intentan llevarnos a su huerto. Lo cierto es que el principal tema de conversación de estos días a mi alrededor no es ni siquiera los vaticinios de las encuestas, supongo que porque ya estamos escépticos ante los múltiples factores correctores que justificarán su escasa fiabilidad cuando se cuenten los votos. Se habla más de cómo escaquearse de ser citado como presidente, vocal o suplente de las mesas electorales en los comicios que coinciden con San Prudencio. Que si ya tenía un viaje programado con anterioridad, que si voy a silenciar el portero automático durante estas semanas, que mejor llamen a voluntarios, que si es poco ético desmarcarse del deber ciudadano... Opiniones para todos los gustos pero básicamente hartazgo. ¡Y apenas hemos empezado las campañas! Para colmo, el Alavés se desinfla y empezamos a perder interés por esta Liga una vez ya salvados. Tampoco hay demasiada confianza en mi entorno en las opciones del Baskonia ante el CSKA. Un poco plof todo, sí, aunque esto puede cambiar en cualquier momento... O no.