la ya de suyo anfetamínica actualidad política cobra ahora nuevos bríos e inflama las meninges de las personas con un aluvión de mensajes que incitan, no a votar a alguien, sino contra alguien. Hay mucha mala baba, muchas mentiras, maniqueísmo a paladas y una impostura generalizada que aumenta en progresión geométrica según se acerca el día de ir a ejercer el sufragio activo. Me confieso incapaz de constatar si ese estado de estrés psicológico al que se trata de someter a la ciudadanía hace realmente mella en la gente o más bien aumenta la crisis de representatividad que sufren los partidos políticos, que de forma generalizada navegan sin brújula, incapaces de testar el pulso real de la sociedad. Internet no es una réplica de la vida real entre otras cosas porque las redes están pobladas de opinadores a sueldo, robots y exaltados, y por ello no debe ser fácil para los gurús demoscópicos de los partidos escuchar algo sustentado en la realidad de la calle con tanto ruido de fondo y tanta distorsión en el ambiente. Sí saben, y siempre lo han sabido, que la llave de la victoria la tienen los tibios, esa masa invisible que hoy vota a éste y mañana al otro, y cuanto más se polariza el debate, más valor tiene la decisión de toda esa gente que pasa de la política.
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