defiende Abelardo, con razón, que el Alavés está completando una temporada extraordinaria. Así es a pesar de que las últimas dos derrotas le han apeado de los puestos europeos. Es verdad que los rivales han sido de enjundia -Atlético de Madrid y Sevilla- pero no es menos cierto que el equipo vitoriano ha cedido los puntos con una generosidad inusitada, sin apenas competir cuando esa era, precisamente, una de las principales virtudes exhibidas por los albiazules a lo largo de esta campaña. El balance global sería bueno aunque se dejaran de ganar partidos siquiera por el excelente rendimiento ofrecido en los dos primeros tercios de la Liga. La permanencia en Primera se ha asegurado con mucha mayor antelación de lo esperado y eso siempre otorga una tranquilidad y un respiro fundamentales para un club, todavía, tan pequeño como el Alavés. Ahora bien, y sin perder de vista todo lo anterior, tanto el entrenador como los jugadores deben ser conscientes de que la memoria es efímera y de que en la retina siempre prevalece la última imagen captada. La concatenación de derrotas en el tramo final inclinaría más el ánimo del entorno hacia la desilusión que al reconocimiento. Hoy, ante el Leganés, es un excelente día para tenerlo en cuenta.
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