Pasado lo del cambio de hora, que nuestro querido escanciador de café y otras sustancias sabe a la perfección que a los viejillos del bar les sienta como una patada ahí porque cada uno se tira tres días hasta que actualiza todos los relojes de casa, se nos ha convocado a una asamblea para decidir qué puñetas vamos a hacer en lo que viene siendo la segunda mitad de abril y el arranque de mayo puesto que él había pensado cerrar unas jornadas para hacerse una tourné por las sidrerías alavesas pero no quiere perder la posibilidad de ingresar si va a tener clientela. Lo va a tener complicado para chapar porque los más mayores del lugar han conseguido que sus vástagos y los angelitos de sus nietos se piren fuera de Álava durante dos o tres semanas mínimo salvo que a alguno le toque mesa electoral en San Prudencio y han decidido que, liberados de tener que atender a los enanos, quieren quemar la barra del bar a golpe de txikitos, torreznos y canciones tanto de Donnay como de Mocedades. ¡Viva la fiesta! Veremos qué pasa en la reunión, pero ante la perspectiva de que durante tanto tiempo no haya nadie por estas tierras salvo políticos clamando en el desierto, yo he pedido que mi cortado mañanero me lo mantengan. Porque, aunque parezca mentira, algunos vamos a estar y a currar.