Síguenos en redes sociales:

Limitaciones

Mis limitaciones son tan evidentes y numerosas que en más ocasiones de las debidas mi imaginación apenas da para cumplimentar el cuestionario para renovar el DNI. Esta circunstancia, a las claras, me ayuda muy poco a la hora de dramatizar este pequeño espacio literario por lo que, dadas las circunstancias, he de basarme en experiencias propias para tratar de acolmatar este depósito de letras. Pero no se crean. Hay ocasiones en las que la realidad es capaz de superar cualquier ficción. Por ejemplo, esto que narro, me ocurrió hace unos días. El reloj aún no había llegado a las 9.00 horas de un festivo en un puente casi kilométrico. La ciudad mantenía las legañas y, quizás, trazas de resaca. Entonces, en medio de una céntrica calle, un individuo berreaba con cierta vehemencia y en un tono operístico. Temí acercarme a una gresca espiritosa, porque la verdad es que me costó descifrar la imagen. Se trataba de un joven que, muy a la última, hablaba con su móvil (no a través de él). Llevaba el celular a más de medio metro de distancia de su boca gracias a la función del altavoz. Y gritaba al teléfono inteligente en una conversación que trascendía de cualquier apunte de intimidad. Ni Gila lo hubiese hecho mejor. Aquello me dio que pensar. A lo mejor no soy el único limitado en este planeta.