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El testigo

Sería seguramente hacerse trampas al solitario desligar la declaración de Josep Lluís Trapero el jueves de su condición de acusado por rebelión en la Audiencia Nacional. No es descartable que la sentencia del Tribunal Supremo esté lista antes del juicio de exjefe de los Mossos y, en ese sentido, quizá su testimonio tuviera que ver con empezar a construir su propia defensa. Dicho esto, no es menos cierto que el testimonio de Trapero también supuso un ajuste de cuentas con los que fueron sus jefes políticos. Su relato de la famosa reunión de la cúpula de los Mossos con Puigdemont, Junqueras y Forn el 28 de septiembre, asegurando que advirtieron del riesgo de altercados en el 1-O y que pidieron que se frenara, cuestiona la versión de los exconsellers y viene a intentar desligar al cuerpo de Mossos (y a él mismo) del plan soberanista para establecer una frontera con la cúpula política del procés. Su revelación sobre la existencia de un operativo para detener a Puigdemont y sus consellers si recibían la orden de Fiscalía o de algún juez -que era conocido por el Tribunal Superior de Justicia catalán- camina en el mismo sentido, y de paso interpela al Estado. Habrá que ver además hasta qué punto resulta creíble para el tribunal en su sentencia el testimonio de Trapero y cómo incide eso en su opinión respecto al delito de rebelión.