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Turismo

Han sido miríada las informaciones, reportajes, análisis y piezas televisivas. Todas ellas han aparecido según discurría el veraniego mes de febrero que, por aquello del capricho meteorológico, ha logrado achicharrar al más pintado, elevando las medias de las temperaturas hasta límites insospechados en Siberia-Gasteiz. Al respecto, quien más, quién menos, ha padecido durante las últimas semanas los altibajos de las díscolas estadísticas climáticas, amparadas, al parecer, por el cambio climático que ya todo lo puede. De seguir así los termómetros y las solaneras, a la capital alavesa se le abre una oportunidad única para pujar por transformarse en destino vacacional de sol y playa ahora que las instituciones están convencidas del potencial turístico de la perla del Zadorra. Imagínense las fuentes capitalinas repletas de chancleteros con la toalla al hombro o los prados de las zonas verdes ahítas de guiris colorados como cangrejos. Sí, a mí también me cuesta hacerme a la idea, pero si uno atiende a los continuos informes institucionales redactados por sesudos analistas que acostumbran a hacerse públicos con machacona periodicidad, esa realidad parece estar más cerca de lo que nos tememos. Habrá que acostumbrarse.