Ya es tradición. Al menos, en mi vida. Me refiero a lo de vivir el primer día de cada año enfrente de un ordenador intentando sacar jugo informativo a una jornada marcada por el regusto ácido de la resaca, por la creatividad desmedida y pretendidamente graciosa llegada a granel a las apps de mensajería de los móviles y por el hartazgo sobrevenido ante cualquier vianda que exceda lo cotidiano. Sin embargo, pese a los condicionantes, que nunca son los mejores, un periódico requiere iniciativa e imaginación con las que nutrir las expectativas de los lectores cuando estos acceden a los quioscos de prensa en busca de alpiste para neuronas. Así que no es de extrañar que, incluso el día de Año Nuevo, uno se encuentre con novedades que desee compartir con su comunidad de lectores. En este caso, y mientras en la redacción esperábamos a conocer más detalles sobre el primer niño nacido en 2019 en Txagorritxu, caí en la cuenta de que se pueden extraer muchas pinceladas del calendario. Por ejemplo, la pugna surgida en el santoral por patrocinar esta jornada tan peculiar. Los santos Almaquio, Claro, Frodoberto, Fulgencio, Eugendo, Benigno de Dijon, Guillermo Abad o José María Tomasi, entre otros muchos, tratan cada primero de enero por vincular su nombre con un día tan peculiar.
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