dice el nuevo Gobierno socialista que nadie debe alterarse por la venta de 400 bombas a Arabia Saudí porque, como son de alta precisión, “no se van a equivocar matando yemeníes”. Y la portavoz Isabel Celaá se quedó tan ancha justificando así lo que en realidad es una contraprestación obligada para que los árabes contraten la construcción de cinco corbetas en los famélicos astilleros de San Fernando. Bombas infalibles, por tanto. Un apelativo tan grotesco para un artefacto de matar como el de “misiles inteligentes” utilizado por Donald Trump para amenazar a su archiodiado enemigo ¿o es amigo? Vladimir Putin. A tomar por saco los principios, en definitiva. Están en juego cinco o seis mil empleos, al parecer, y vale todo con tal de no perderlos. Es una política como otra cualquiera, no digo que no, pero lo que me repatea no es tanto eso como el cinismo utilizado por algunos para justificar la existencia de la guerras apelando al coeficiente intelectual o a la infalibilidad de las armas utilizadas para aniquilar a personas. Hay una guerra civil en Yemen desde hace cuatro años en la que combaten Arabia Saudí e Irán a costa de los yemeníes. Y uno de los contendientes en liza acaba de comprar bombas a España, de precisión sí, pero para cargarse gente.