La bertsolaritza, la euskalgintza y la cultura vasca en general vivieron ayer en el Bilbao Exhibition Centre (BEC) un nuevo hito con la celebración ante más de 14.000 seguidores de la Euskal Herriko Txapelketa Nagusia, un evento que se ha consolidado en los últimos años como una cita imprescindible y multitudinaria que trasciende incluso a los muchos seguidores de esta tradicional disciplina popular e incluso al mundo euskaldun. En efecto, el campeonato genera cada cuatro años una inusitada expectación que no se restringe a esos 14.000 afortunados que en esta edición han podido presenciar la final en directo -las entradas se agotaron ya en octubre-, sino que se extiende más allá del mundo bertsozale de manera que conforma un fenómeno cultural de primerísimo orden en nuestro país. De ello se derivan al menos dos grandes consideraciones que hacen posible la extensión de este fenómeno. De una, la indudable calidad técnica y de conexión -casi comunión en muchos de los casos- de los bertsolaris con el público, a lo que tampoco es ajeno el importantísimo desarrollo que han tenido en las últimas décadas las escuelas de bertsolaritza y las distintas citas que han popularizado aún más la disciplina por municipios y barrios de todo el país. Al mismo tiempo, la organización del campeonato de Euskal Herria, así como de los territoriales, han conseguido dotar a los mismos de una extraodinaria personalidad con la que se aúna el carácter cultural, el espectáculo de masas sin menoscabo de su esencia fundamental y un sistema de difusión y comunicación que consigue conectar con miles de personas. Evidentemente, no es sencillo conjugar un acontecimiento eminentemente cultural como este que además mueve emociones incluso íntimas con una exhibición masiva ante miles de personas. El indudable éxito del que disfruta la Euskal Herriko Txapelketa Nagusia no debe llevar, en este sentido, aparejado un intento de desbordar un escenario ya tan intensivo como el que ayer mismo pudo verse en el BEC. Por otro lado, la merecida victoria de Maialen Lujanbio -que repite su triunfo de 2009- supone un hito más por cuanto era la única mujer entre los finalistas y es de esperar que sea un acicate más para las bertsolaris, cuyo número va en aumento. En cualquier caso, el futuro de la bertsolaritza a corto y medio plazo parece asegurado.
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