Una escena repetida en las terrazas: el excesivo protagonismo del teléfono móvil. Puede haber tres o cuatro amigos, o miembros de una familia, tomando unas cervezas o unos helados, y apenas conversan, porque no paran de enviar y mirar mensajes o internet. Dejar a un lado el móvil también descansa y facilita el descanso de los demás, pero los adictos parecen seguir aumentando. 5 horas y 20 minutos, de media al día, pegados al aparatito. Los atentados en Cataluña pueden haber alterado un poco estos datos.

Las conversaciones en las terrazas veraniegas son un buen botón de muestra. La política importa poco o nada, a excepción de la convocatoria del referéndum en Cataluña el próximo 1-O. Acaparan más atención los partidos de fútbol de estos días entre el Real Madrid y el Barcelona o los de inicio de la Liga.

Hay personas que necesitan poco para descansar, y otros que parecen envidiar los viajes de otros, o casi alardean de dónde han ido ellos, o sus hijos. Viajar lejos no está al alcance de todos, y a veces viajar cerca descansa más, o simplemente es lo asequible a los bolsillos. Pensar en el descanso propio y el de los demás lleva, en mi opinión, a ser comedido en esas conversaciones.