andan los políticos y los sacerdotes enredados a raíz de la iniciativa de Podemos para quitar las misas de la televisión pública... española, que en la vasca no se quieren meter de momento. Supongo que ya le llegará también el turno a la autónoma. Desde el respeto que me merecen todas las creencias, y reconociendo que no soy partícipe de ninguna, creo que ya era hora de que se cuestionen ciertas prácticas pretéritas, en absoluto compatibles con un Estado laico y aconfesional como en el que en teoría nos encontramos. Pero solo por eso, no porque la misa sea más o menos respetuosa con los homosexuales o con las mujeres, como critican algunos de Podemos. Lo que diga el cura de turno no tiene nada que ver en este debate. ¿Aceptarían entonces las misas en la tele si el discurso fuera de su agrado? Pues yo tampoco. El presidente de los curas Ricardo Blázquez se ha agarrado rápidamente a este clavo para porfiar en favor de la prebenda televisiva. “No van a misa y no saben lo que allí se dice”. Toma argumento de peso para que todo siga igual, para que nada cambie. Tengo la esperanza de que llegue un día en el que impere la democracia, los chorizos paguen sus chorizadas, los conflictos se arreglen pactando y que cada uno pueda abrazar la religión que quiera sin mediatizaciones de por medio.